Columnas

null El cáncer en la Edad Media

Existen evidencias de que el cáncer ha afectado a la humanidad desde la prehistoria, sin embargo, hasta la Revolución Industrial al cáncer se le consideraba una “enfermedad rara”. Ahora, un estudio concluye que el cáncer tenía una prevalencia en la Edad Media mucho mayor de lo que se creía y que podría haber afectado hasta un 14% de la población medieval. El estudio, publicado en la revista Cancer, por el grupo del arqueólogo Piers Mitchell, analizó 143 esqueletos de personas adultas (96 hombres, 46 mujeres y una persona de sexo desconocido), obtenidos en seis cementerios del área metropolitana de Cambridge (Reino Unido) y enterrados entre los siglos VI y XVI.

El análisis de los restos mediante rayos X y tomografías computarizadas sirvieron para detectar lesiones compatibles con haber sufrido cáncer o metástasis en los huesos. Aunque este estudio no es capaz de detectar a individuos que murieron únicamente por tumores en los tejidos blandos, un algoritmo que tiene en cuenta la frecuencia con la que el cáncer metastatiza en los huesos, permitió estimar su prevalencia. Este estudio presenta varias limitaciones que incluyen poca amplitud geográfica, bajo número de muestras y la falta de concreción en las edades de los individuos analizados, pero los resultados son de interés ya que, hasta ese momento, nadie había sido capaz de determinar como de común era el cáncer antes de que las personas estuvieran expuestas al tabaco (traído desde América en el siglo XVI) y a otras sustancias inductoras de tumores y asociadas con la industrialización.

Puesto que el cáncer está intrínsecamente unido al envejecimiento de la población, siendo la edad avanzada el factor de riesgo más importante para desarrollar un cáncer, la baja esperanza de vida durante la Edad Media hacía pensar que el cáncer no habría contribuido significativamente a la morbilidad de las sociedades medievales. En la Edad Media, enfermedades como la tuberculosis, la lepra o la peste negra acabaron con más de una cuarta parte de la población de la Europa medieval y gran parte de la población moría a una edad temprana, mucho antes de que pudieran, ni siquiera, haber desarrollado un cáncer. Este estudio, por lo tanto, enfatiza la creencia de que el cáncer no es una enfermedad moderna y que gran parte del aumento de la frecuencia del cáncer en la sociedad actual se debe a una mayor esperanza de vida y a un mejor diagnóstico de la enfermedad.