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null El año de Einstein

En 1905, Einstein publicó una serie de trabajos que revolucionaron la física y, por ende, nuestra concepción del universo. En marzo de dicho año, explicó el efecto fotoeléctrico al proponer que la luz estaba formada por cuantos de energía. Este trabajo fue fundamental para el desarrollo de la física cuántica, una de las principales revoluciones culturales del siglo XX. Einstein obtuvo el premio Nobel de Física en 1922 gracias a este trabajo. A pesar de haber contribuido de forma tan apreciable en la génesis de la mecánica cuántica, Einstein nunca estuvo conforme con esta teoría y dedicó grandes esfuerzos, sin éxito, a rebatirla. Paradójicamente, las profundas discusiones que fomentó sirvieron para clarificar uno de los mayores misterios de la cuántica, el denominado entrelazamiento, responsable del enorme potencial que se le supone a la criptografía y la computación cuánticas. En mayo de aquel año, Einstein explicó el movimiento Browniano, consistente en los desplazamientos aleatorios de partículas relativamente grandes en suspensión en un líquido. Argumentó que estas partículas, que en los experimentos originales eran de polen, poseen dicho movimiento debido a los choques con las moléculas del líquido. Más tarde completó este trabajo con una descripción matemática del mismo que permitió la determinación del número de átomos en una determinada cantidad de sustancia. El movimiento Browniano se convirtió en la primera prueba experimental de la hipótesis atómica. En junio de 1905, Einstein estableció los fundamentos de lo que hoy en día conocemos como teoría de la relatividad especial y que es el logro que más fama le ha dado. A partir de la invarianza de la velocidad de la luz, concluyó que el espacio y el tiempo son facetas de una misma entidad, que el tiempo se dilata para los observadores que se mueven y que la simultaneidad es un concepto relativo. En septiembre de ese mismo año, Einstein publicó una importantísima consecuencia de su teoría de la relatividad: la materia y la energía son intercambiables. Esta relación se convirtió en la fórmula más conocida de la física: E = m c^{2}. Diez años después, Einstein formuló la teoría de la relatividad general en la que introdujo una nueva visión de la gravedad. Según ella, la masa de los cuerpos deforma el espacio y la curvatura de éste determina el movimiento de aquellos. La propia luz ha de curvar su trayectoria de acuerdo con los dictados de la geometría del espacio.