Columnas
Davos es una pequeña ciudad suiza que, anualmente desde 1991, convoca al Foro Económico Mundial para reflexionar sobre los principales problemas a los que nos enfrentamos como habitantes de un mismo planeta. Acaba de celebrarse con la asistencia de relevantes líderes políticos, de opinión o económicos, llenando de noticias los medios de comunicación mundiales.
Un año más, aunque desapercibidas para el gran público, la ciencia, la tecnología y la innovación han tenido su espacio de reflexión sobre hacia dónde se dirigen. Una suerte de quo vadis para la I+D+I.
Reflexionar sobre la relación entre los científicos, la ciencia, la tecnología y los ciudadanos ha sido uno de los principales debates como estrategia para tener sociedades más formadas, capaces de decidir en un planeta cambiante, y no solo debido al cambio climático. También la necesidad de la alfabetización digital reforzando el pensamiento crítico y la creatividad. O la empatía y la colaboración necesarias para evitar desigualdades como resultado de los avances científicos y tecnológicos.
Los efectos ineludibles de la cuarta revolución industrial en la que estamos inmersos han estado también bajo los focos, no como amenazas para nuestro bienestar o el empleo, sino como cambio sustancial imparable que obliga a los países y sus gobiernos, junto a sus científicos, a sumarse a esta discusión y diseñar un futuro que, de otro modo, nos diseñará a nosotros.
En Davos se han señalado las tecnologías relevantes, emergentes y digitales, que van a afectar a la sociedad civil de un modo inequívoco y sobre las que habrá que tomar decisiones. El uso de millones de datos que se generan diariamente, públicos y privados, cuyo uso del quién y el cómo pueden ser utilizados debe ser definido; la seguridad en los entornos digitales; la inteligencia artificial y los algoritmos de aprendizaje; blockchain y las tecnologías distribuidas; los drones y los vehículos autónomos, incluido el servicio de mensajería y reparto; las impresoras multidimensionales; la realidad virtual, aumentada y mixta o las biotecnologías como aquellas asociadas a la edición genética y los entornos en las que son o deben ser desarrolladas y aplicadas.
El conocimiento y las innovaciones tecnológicas cambian diariamente el mundo. Y en Davos se han analizado casos reales, iniciativas públicas, privadas o en colaboración de ambas partes que deben servir de inspiración a las estrategias europeas (como las misiones del próximo programa Horizonte Europa), nacionales o regionales. Soluciones a nuestros problemas más urgentes como sociedad y entre las que están las necesidades energéticas, de recursos naturales, de contaminación, de envejecimiento, de alimentación, de demografía, migraciones o debidas al cambio climático y que requieren de un nuevo modo de pensar como se hace, a modo de ejemplo, a través de la economía circular.
Davos ha vuelto a ser un espacio de reflexión sobre nuestro futuro como humanidad y la ciencia y la tecnología, un año más, han vuelto a dejar sus necesarias contribuciones.