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null Científicas políticas

La reciente elección de la física e ingeniera ambientalista Claudia Sheinbaum como presidenta de México, nos invita a preguntarnos ¿cumplirán los científicos las expectativas que los ciudadanos han depositado en ellos? Para arrojar algo de luz sobre este asunto, la revista Nature ha analizado algunos casos notables, dos de los cuales pasamos a comentar.

Margaret Thatcher, química por la Universidad de Oxford y una de las primeras ministras más conocidas y controvertidas que ha tenido Gran Bretaña,  pasó un año investigando la estructura de un antibiótico en el laboratorio de la Nobel de Química Dorothy Hodgkin. Después trabajó como  investigadora en una empresa de plásticos y luego en otra de alimentación, antes de dedicarse a la política. Durante sus once años de mandato, Thatcher privatizó industrias y servicios públicos estatales -como el agua, el gas y la electricidad- y recortó el gasto en sanidad, educación y vivienda. El aumento del desempleo y los recortes financieros dañaron su popularidad, pero recobró su reputación en 1982 tras la victoria en la guerra de las Malvinas. Según John Muellbauer, economista de la Universidad de Oxford, “A lo largo de su mandato, Thatcher -política de convicciones- no pareció aplicar su formación científica al liderazgo político, así que se guiaba por la ideología y las simples creencias más que por una política basada en pruebas".

Angela Merkel, se doctoró en química cuántica en 1986 en la Academia de Ciencias de Berlín-Adlershof, en la entonces Alemania Oriental. Fue la primera mujer canciller de Alemania en 2005 y dieciséis años después se convirtió en la segunda jefa de gobierno más longeva de Alemania. Como líder política, era conocida por su pragmatismo a la hora de abordar cuestiones que iban desde la crisis de la deuda europea al abandono progresivo de la energía nuclear o la pandemia del covid-19. Según el politólogo Matt Qvortrup, de la Universidad de Coventry, "Abordaba las cuestiones políticas utilizando una especie de ensayo científico, viendo qué teorías podrían funcionar y estando dispuesta a falsificarlas. En general, su formación científica fue sin duda una virtud y probablemente influyó en su capacidad para trabajar en colaboración. Su atención se centraba en resolver problemas más que en ganar discusiones, lo que le granjeó un alto índice de aprobación del pueblo alemán”.

          Mike Lubell, físico del City College de Nueva York, que sigue de cerca la política científica estadounidense opina que “Los científicos que han logrado dirigir sus países tienden a pensar ante todo como políticos. La ciencia no lo es todo en política".