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null CIENCIA EN EL ALFAR

La elección del taller es una mera excusa para descubrir todo un mundo de Ciencia practicado por ese colectivo entrañable de artistas –a quien van dedicadas estas letras-  tan numeroso en nuestra región, capaces de conseguir formas maravillosas a partir de una masa de barro, al principio amorfa. Pero igualmente valdría una tahona,  un taller de vidrio, una herrería o esa clase de parvulitos, donde -hasta los ojos de plastilina- dan sus primeros pasos tras Benlliure. Barro, arcilla, masa de panadero, nieve, plastilina, yeso, escayola, arena de playa, vidrio, cualquier cosa moldeable, no importa el taller,  sino el objetivo: modelar hasta conseguir forma. El artista, con mimo, delicadeza y suavidad extrema, crea un búcaro de apenas una pella informe. Tanto por la manera como por el resultado, ha fabricado una superficie de revolución, es decir, una vasija que posee un eje vertical imaginario, perpendicular al torno, sobre el cual gira de modo que cada punto de ella describe un círculo centrado en el eje.

A nuestro artista no le importan las distancias, áreas o volúmenes, sólo las formas y la manera de conseguirlas: con suavidad, sin desgarros, de manera continua. Cuando inflamos un globo, es bastante probable que el resultado final diste mucho de ser un conjunto de puntos que equidistan del centro; más bien llegaríamos a la forma de un elipsoide, como nuestro planeta Tierra. La figura del hombre se deforma de manera muy suave, imperceptible y esféricamente en torno a su ombligo.

La Matemática, por supuesto, a través de la Topología, estudia las propiedades de los objetos que no se alteran por deformaciones continuas. Dicho de otro modo, la Topología, en sentido amplio, estudia la metamorfosis de un objeto sometido a deformaciones suaves. El objeto topológico más importante es la esfera –la corteza de una naranja- y a estas alturas ya debería quedar claro que ella y un elipsoide son topológicamente iguales. Es decir, para la Topología, un balón de fútbol es igual que otro de rugby; de la misma manera, no quiere distinguir el número 8 de la letra B. En un lenguaje muy coloquial, la Topología es la ciencia de la plastilina o del barro (antes de su cocción) y los alfareros, quizás inconscientemente, son unos excelentes topólogos. No se me moleste Vd., querido artista, si le pido que de una pella de barro con forma de buñuelo consiga una delicada taza donde degustar un sabroso café. El desayuno de un topólogo llega a ser muy divertido cuando no quiere distinguir el donut de la taza. Y sin embargo, la Topología tiene la llave para resolver el enigma de las dimensiones de nuestro Universo.