Pensándolo bien...
Las moléculas son la base de toda la materia en el universo, incluidos nuestros cuerpos y el entorno que nos rodea. Constituyen los bloques fundamentales de la Vida: los ácidos nucleicos (como el ADN y el ARN), las proteínas, los lípidos y los carbohidratos son moléculas que constituyen las células, tejidos y órganos en los seres vivos. Estas moléculas son esenciales para todas las funciones biológicas, desde la replicación celular hasta la digestión. Conforman la energía. pues moléculas como la glucosa son fundamentales para proveer energía a las células. A través del proceso de la respiración celular, las células convierten la glucosa y otras moléculas en energía que se utiliza para impulsar todas las actividades celulares. Configuran la comunicación y señalización, ya que actúan como mensajeros químicos. Las hormonas, por ejemplo, son moléculas que transmiten señales entre diferentes partes del cuerpo, regulando funciones como el crecimiento, el metabolismo y la reproducción. Articulan la defensa, pues las moléculas como los anticuerpos, que son un tipo de proteína, juegan un papel esencial en el sistema inmunológico, ayudando al cuerpo a reconocer y combatir invasores como bacterias y virus. Son el subsuelo de las reacciones químicas, ya que las enzimas, que también son proteínas, facilitan las reacciones químicas en el cuerpo, permitiendo que ocurran a velocidades que sustentan la vida. Enmarcan la interacción con el medio ambiente, ya que respiramos moléculas de oxígeno y exhalamos moléculas de dióxido de carbono. Ingerimos moléculas en los alimentos y bebidas y absorbemos moléculas vitales como vitaminas y minerales. Promueven y mantienen la construcción y reparación de los organismos vivos, ya que las proteínas, lípidos y otros componentes moleculares son esenciales para la construcción y reparación de tejidos en el cuerpo. Así pues, las moléculas son fundamentales para la existencia y funcionamiento de la vida tal como la conocemos. Estudiar y comprender estas moléculas y sus interacciones es una parte central de la biología, la química y otras disciplinas científicas.
Las moléculas o se descubren en la Naturaleza o se sintetizan artificialmente en los laboratorios. Las moléculas naturales, se encuentran formando parte inherente en la naturaleza y se pueden aislar y purificar a partir de fuentes naturales como plantas, animales o minerales. Hay muchos ejemplos que incluyen muchos medicamentos que se han descubierto primero en plantas. La aspirina, por ejemplo, tiene sus raíces en el sauce y se descubrió que la corteza del sauce contenía salicilina, un compuesto natural que alivia el dolor y la fiebre.
Alternativamente hay moléculas sintetizadas artificialmente, es un privilegio de la Química que puede crear moléculas que hay de forma natural o crearlas cuando no existen. Se crean en laboratorios a través de reacciones químicas específicas. La síntesis de moléculas puede ser motivada por la necesidad de crear un compuesto que no esté disponible fácilmente en la naturaleza o para mejorar las propiedades de una molécula natural, por ejemplo, hacerla más efectiva o menos tóxica. La síntesis de moléculas también puede ser impulsada por la investigación pura, buscando entender mejor las estructuras y reactividades de las moléculas. Aunque estas son dos categorías generales, también hay muchos casos intermedios. Por ejemplo, una molécula natural puede ser modificada en el laboratorio para mejorar sus propiedades o para estudiar su función. Es el campo de la Química y la Biología lo que permite estas exploraciones y avances.
Ahora bien, una cosa es descubrir o sintetizar moléculas u otra bien diferente referir la utilidad que tendrán. El descubrimiento o la síntesis de una molécula es solo el comienzo de su viaje en términos de su potencial aplicación. Una vez que se ha identificado o sintetizado una molécula, hay varios pasos que se pueden seguir para determinar su utilidad, como son la caracterización y estudio, que implica entender su estructura, propiedades físicas y químicas, reactividad y estabilidad, entre otros. Tras esta etapa se da una aplicación preliminar, en la que, en base a la estructura y propiedades de la molécula, los investigadores pueden tener una idea preliminar de sus posibles aplicaciones. Por ejemplo, si una molécula muestra actividad contra bacterias en un ensayo de laboratorio, podría ser investigada como un potencial antibiótico. Tras ello se diseñan ensayos y pruebas, especialmente en el caso de moléculas que podrían tener aplicaciones médicas, en los que se llevan a cabo ensayos preclínicos y clínicos para determinar su seguridad y eficacia en organismos vivos y, finalmente, en humanos. Posteriormente se accede a la fase de optimización, en la que en una molécula con un potencial uso específico, los químicos trabajan en modificar la molécula para mejorar su eficacia, reducir efectos secundarios, mejorar su solubilidad, etc. Ahora se puede acceder a la fase a escala industrial, toda vez que una molécula demuestra ser útil y segura para una aplicación particular y el siguiente desafío es producirla a una escala que sea comercialmente viable. Y así, llegamos a la aplicación en el mundo real, una vez que se ha establecido la utilidad de la molécula y que se puede producir a gran escala, se puede introducir en el mercado o utilizarse en aplicaciones específicas, ya sea en medicina, industria, agricultura, tecnología, entre otros. Un aspecto importante a tener en cuenta es que muchas moléculas que se descubren o sintetizan nunca encuentran una aplicación práctica o comercial. El proceso de investigación y desarrollo es costoso y arriesgado. Sin embargo, las que sí demuestran ser útiles tienen el potencial de mejorar la salud, la tecnología y la calidad de vida en general.
A la vista de lo que ocurre, históricamente contemplado, el efecto de una molécula natural o sintetizada en nuestro organismo es un proceso largo, complicado y que nunca acaba de finalizarse. La comprensión del efecto de una molécula, ya sea natural o sintetizada, en el organismo humano es un proceso intrincado y complejo que puede tomar años o incluso décadas para ser completamente comprendido. Y en muchos casos, no llegamos a entender todos los mecanismos y efectos secundarios posibles. Hay que tener en cuenta que participan interacciones bioquímicas, dado que cuando una molécula entra al cuerpo, puede interactuar con múltiples sistemas bioquímicos. Estas interacciones pueden ser con proteínas, lípidos, ácidos nucleicos, entre otros. Juega un papel fundamental el metabolismo y las moléculas, especialmente las medicinas, se metabolizan en el cuerpo. Estos metabolitos, que son productos de la descomposición o transformación de la molécula original, a menudo tienen sus propias actividades biológicas y pueden ser tanto activos como la molécula original, o completamente diferentes en sus efectos. Por otro lado hay que tener en cuenta la distribución, dado que una vez en el organismo, la molécula se distribuye a diferentes tejidos y órganos, y cada uno de estos puede reaccionar de manera diferente a la molécula. Y estas interacciones pueden ser a largo plazo lo que implica que algunas moléculas pueden tener efectos acumulativos o a largo plazo que no son evidentes en estudios iniciales o a corto plazo. Pero, además, pueden darse efectos secundarios, además de los efectos deseados, una molécula puede tener efectos secundarios que pueden ser perjudiciales. Estos efectos pueden ser raros y no evidenciarse hasta que una gran cantidad de personas haya sido expuesta. También hay que tener en cuenta las interacciones con otras moléculas: Muchas veces, las personas toman múltiples medicamentos o están expuestas a varias moléculas. Estas pueden interactuar entre sí de formas imprevistas. Y, en todo caso, hay que considerar la variabilidad genética del individuo en cuestión que puede influir en cómo se metaboliza o responde a una molécula, lo que significa que lo que es seguro o efectivo para una persona puede no serlo para otra.
Debido a esta complejidad, el desarrollo y la aprobación de nuevos medicamentos, por ejemplo, es un proceso que puede tomar muchos años y requerir la inversión de cientos de millones de euros. Las agencias reguladoras, como la FDA en los Estados Unidos, la EMA en Europa, entre otras, existen para evaluar la seguridad y eficacia de estas moléculas antes de que lleguen al mercado.
Sin embargo, incluso después de la aprobación, la vigilancia continua, con el seguimiento de posibles efectos adversos y la recolección de datos a largo plazo. Es un proceso continuo de aprendizaje y adaptación a medida que se obtiene más información sobre una molécula y su interacción con el organismo humano.
En este marco hay que incluir la reciente restricción, alarmante en la que la Agencia europea sitúa a la molécula de Bisfenol A. A menudo citado como bisfenilo A (BPA). En 1891 Alexander Dianin lo sintetizó a partir de dos moléculas de fenol y una de acetona, por el procedimiento denominado polimerización por condensación, consistente en que se combinan dos o más monómeros con la formación de un subproducto, que usualmente es agua. Interviene la acetona, lo que aporta la A de la denominación bisfenilo A. Hay varios otros bisfenilos: F, S, E o B, entre otros, con propiedades químicas y biológicas únicas, aunque compartiendo aspectos estructurales. El bisfenilo S o el F, se están usando como alternativas al A, aunque el etiquetado como “libre de BPA” no significa que esté libre de otros bisfenoles, ni que las alternativas sean más seguras.
El bisfenilo F se asemeja al BPA, pero en lugar de tener dos grupos fenólicos unidos a un grupo central metilo (como en el BPA), el BPF tiene dos grupos fenólicos unidos por un enlace directo. Se ha utilizado como una alternativa al BPA en ciertas aplicaciones, especialmente en aquellas en las que el BPA se ha prohibido o restringido debido a preocupaciones de salud. Al seleccionar productos, especialmente aquellos en contacto con alimentos o bebidas, es importante ser consciente no solo de la ausencia de BPA sino también de la presencia de alternativas como el BPF. Es esencial investigar y comprender las propiedades y los posibles efectos sobre la salud de cualquier compuesto usado en productos de consumo.
El BPA es un monómero presente en muchos plásticos y aditivos. Al tener capacidad de unirse a los receptores de estrógenos se le califica de disruptor endocrino. Viene estando bajo sospecha desde los años 30 de la década pasada, las administraciones han tenido una conducta tibia con respecto a él, aunque conforme se avanza en el conocimiento de sus “colaboraciones” se radicaliza la posición con riesgos del uso de bisfenol A en productos de consumo, lo cual tuvo como consecuencia que algunos comercios prescindieran de ellos. En 2010 por la FDA norteamericana alertó con respecto a la exposición de fetos, bebés y niños pequeños a este producto.
La Comisión Europea estudia la prohibición del Bisfenol A, que participa en la producción de muchos envases alimentarios y de otro tipo, pero la cautela es con el material en contacto con los alimentos. Es un producto ampliamente utilizado, de forma que tanto la mayoría de las bebidas y de los enlatados están envasados en contacto con alguna cantidad de bisfenol A. Se le catáloga como disruptor endocrino, ya saben a los extraños, extravagante o antinorma hoy se le llama disruptor. El lenguaje nuestro, envidiado por otros, está sometido a una pérdida progresiva de capacidad expresiva. ¡Que lástima! Con lo rico que es el idioma nuestro. Hasta ahora la Agencia europea de Seguridad Alimentaria proponía unas cantidades que se han transformado en un umbral 20.000 veces inferior. Sin perder de vista el itinerario descrito para analizar el efecto en el organismo de un medicamento, una diferencia de 20.000 veces es inevitable interpretarla como efecto de alguna ignorancia pasada por alto hasta ahora o una inconsciencia de las autoridades que no fueron capaces de establecer umbrales razonables. En 2015 (no de algún siglo anterior, sino hace unos ocho años) es estableció una cantidad de 4 microgramos por kilogramo de peso corporal. Ahora, en 2023 es establecen unos 0.0002 microgramos para el mismo peso corporal. Lo dicho 20.000 veces menor. La agencia europea limito en 2011 la ingesta de alimentos y bebidas destinadas a menores de tres años y a mujeres embarazadas. Se dice que se han revisado más de 800 estudios publicados, concluyendo que el Bisfenol A producía incremento de un tipo de glóbulos blancos en el bazo de ratones y estas células inciden en el sistema inmunitario, lo que desencadena efectos nocivos, también en el sistema reproductivo, en el metabolismo, etc. Se indica que es la exposición continua, aunque no se ha cuantificado en qué medida incide. Es decir, “la población general de todos los grupos de edad está expuesta a niveles que exceden en dos o tres órdenes de magnitud [cientos o miles de veces] la ingesta diaria tolerable”.
Es una auténtica alarma, se quiera o no, que hayamos podido estar expuestos a un riesgo que se cifra en unas dosis 20.000 veces por encima de lo tolerable. Como indica el Prof. López Nicolás, el paso de valoración de efectos en ratones a humanos, no es nada evidente, por un lado, por otro no necesariamente se puede considerar coincidencia en las valoraciones de los distintos estudios. Otros piensan y se expresan de otra forma y alertan del daño potencial en que se puede incurrir. Lo cierto y verdad es que los umbrales que establecen ahora con tan mínimos que prácticamente todos los alimentos que estén en contacto con bisfenol A superan los limites que recomienda la Agencia Europa de seguridad Alimentaria.
Se dan listados de microgramos de Bisfenol por kilogramo de producto envasado y no queda ninguno por debajo del umbral propuesto. Ni carne, ni hortalizas, ni leche, ni zumos, ni pescados, ni un sin fin de alimentos se mantienen en los límites recomendables. Una auténtica alarma. Con el contenido de una lata de atún se supera el umbral recomendado. Auténticamente preocupante. La reflexión que induce es que la claridad con la que se descubren o sintetizan moléculas, no tiene nada que ver con un proceso posterior lleno de sorpresas, pasajes oscuros y holguras en las previsiones que pueden cambiar en muy poco tiempo y que no evidencian mucha seguridad en lo que proponen. Un decremento de 20.000 veces la dosis diaria recomendada, solamente denota o ignorancia o falta de seriedad en las propuestas, o iniciales o finales. No puede ser admisible una holgura de esta entidad. Hay que suponer una profesionalidad que no parece nada evidente en este caso. Esperemos que se vayan dando evidencias de lo que realmente ocurre, por tranquilidad de los usuarios y por credibilidad de los que al amparo de las agencias hablan creando alarma. Quedamos a la expectativa. No es cautela molecular, es otra cosa.
Las moléculas o se descubren en la Naturaleza o se sintetizan artificialmente en los laboratorios. Las moléculas naturales, se encuentran formando parte inherente en la naturaleza y se pueden aislar y purificar a partir de fuentes naturales como plantas, animales o minerales. Hay muchos ejemplos que incluyen muchos medicamentos que se han descubierto primero en plantas. La aspirina, por ejemplo, tiene sus raíces en el sauce y se descubrió que la corteza del sauce contenía salicilina, un compuesto natural que alivia el dolor y la fiebre.
Alternativamente hay moléculas sintetizadas artificialmente, es un privilegio de la Química que puede crear moléculas que hay de forma natural o crearlas cuando no existen. Se crean en laboratorios a través de reacciones químicas específicas. La síntesis de moléculas puede ser motivada por la necesidad de crear un compuesto que no esté disponible fácilmente en la naturaleza o para mejorar las propiedades de una molécula natural, por ejemplo, hacerla más efectiva o menos tóxica. La síntesis de moléculas también puede ser impulsada por la investigación pura, buscando entender mejor las estructuras y reactividades de las moléculas. Aunque estas son dos categorías generales, también hay muchos casos intermedios. Por ejemplo, una molécula natural puede ser modificada en el laboratorio para mejorar sus propiedades o para estudiar su función. Es el campo de la Química y la Biología lo que permite estas exploraciones y avances.
Ahora bien, una cosa es descubrir o sintetizar moléculas u otra bien diferente referir la utilidad que tendrán. El descubrimiento o la síntesis de una molécula es solo el comienzo de su viaje en términos de su potencial aplicación. Una vez que se ha identificado o sintetizado una molécula, hay varios pasos que se pueden seguir para determinar su utilidad, como son la caracterización y estudio, que implica entender su estructura, propiedades físicas y químicas, reactividad y estabilidad, entre otros. Tras esta etapa se da una aplicación preliminar, en la que, en base a la estructura y propiedades de la molécula, los investigadores pueden tener una idea preliminar de sus posibles aplicaciones. Por ejemplo, si una molécula muestra actividad contra bacterias en un ensayo de laboratorio, podría ser investigada como un potencial antibiótico. Tras ello se diseñan ensayos y pruebas, especialmente en el caso de moléculas que podrían tener aplicaciones médicas, en los que se llevan a cabo ensayos preclínicos y clínicos para determinar su seguridad y eficacia en organismos vivos y, finalmente, en humanos. Posteriormente se accede a la fase de optimización, en la que en una molécula con un potencial uso específico, los químicos trabajan en modificar la molécula para mejorar su eficacia, reducir efectos secundarios, mejorar su solubilidad, etc. Ahora se puede acceder a la fase a escala industrial, toda vez que una molécula demuestra ser útil y segura para una aplicación particular y el siguiente desafío es producirla a una escala que sea comercialmente viable. Y así, llegamos a la aplicación en el mundo real, una vez que se ha establecido la utilidad de la molécula y que se puede producir a gran escala, se puede introducir en el mercado o utilizarse en aplicaciones específicas, ya sea en medicina, industria, agricultura, tecnología, entre otros. Un aspecto importante a tener en cuenta es que muchas moléculas que se descubren o sintetizan nunca encuentran una aplicación práctica o comercial. El proceso de investigación y desarrollo es costoso y arriesgado. Sin embargo, las que sí demuestran ser útiles tienen el potencial de mejorar la salud, la tecnología y la calidad de vida en general.
A la vista de lo que ocurre, históricamente contemplado, el efecto de una molécula natural o sintetizada en nuestro organismo es un proceso largo, complicado y que nunca acaba de finalizarse. La comprensión del efecto de una molécula, ya sea natural o sintetizada, en el organismo humano es un proceso intrincado y complejo que puede tomar años o incluso décadas para ser completamente comprendido. Y en muchos casos, no llegamos a entender todos los mecanismos y efectos secundarios posibles. Hay que tener en cuenta que participan interacciones bioquímicas, dado que cuando una molécula entra al cuerpo, puede interactuar con múltiples sistemas bioquímicos. Estas interacciones pueden ser con proteínas, lípidos, ácidos nucleicos, entre otros. Juega un papel fundamental el metabolismo y las moléculas, especialmente las medicinas, se metabolizan en el cuerpo. Estos metabolitos, que son productos de la descomposición o transformación de la molécula original, a menudo tienen sus propias actividades biológicas y pueden ser tanto activos como la molécula original, o completamente diferentes en sus efectos. Por otro lado hay que tener en cuenta la distribución, dado que una vez en el organismo, la molécula se distribuye a diferentes tejidos y órganos, y cada uno de estos puede reaccionar de manera diferente a la molécula. Y estas interacciones pueden ser a largo plazo lo que implica que algunas moléculas pueden tener efectos acumulativos o a largo plazo que no son evidentes en estudios iniciales o a corto plazo. Pero, además, pueden darse efectos secundarios, además de los efectos deseados, una molécula puede tener efectos secundarios que pueden ser perjudiciales. Estos efectos pueden ser raros y no evidenciarse hasta que una gran cantidad de personas haya sido expuesta. También hay que tener en cuenta las interacciones con otras moléculas: Muchas veces, las personas toman múltiples medicamentos o están expuestas a varias moléculas. Estas pueden interactuar entre sí de formas imprevistas. Y, en todo caso, hay que considerar la variabilidad genética del individuo en cuestión que puede influir en cómo se metaboliza o responde a una molécula, lo que significa que lo que es seguro o efectivo para una persona puede no serlo para otra.
Debido a esta complejidad, el desarrollo y la aprobación de nuevos medicamentos, por ejemplo, es un proceso que puede tomar muchos años y requerir la inversión de cientos de millones de euros. Las agencias reguladoras, como la FDA en los Estados Unidos, la EMA en Europa, entre otras, existen para evaluar la seguridad y eficacia de estas moléculas antes de que lleguen al mercado.
Sin embargo, incluso después de la aprobación, la vigilancia continua, con el seguimiento de posibles efectos adversos y la recolección de datos a largo plazo. Es un proceso continuo de aprendizaje y adaptación a medida que se obtiene más información sobre una molécula y su interacción con el organismo humano.
En este marco hay que incluir la reciente restricción, alarmante en la que la Agencia europea sitúa a la molécula de Bisfenol A. A menudo citado como bisfenilo A (BPA). En 1891 Alexander Dianin lo sintetizó a partir de dos moléculas de fenol y una de acetona, por el procedimiento denominado polimerización por condensación, consistente en que se combinan dos o más monómeros con la formación de un subproducto, que usualmente es agua. Interviene la acetona, lo que aporta la A de la denominación bisfenilo A. Hay varios otros bisfenilos: F, S, E o B, entre otros, con propiedades químicas y biológicas únicas, aunque compartiendo aspectos estructurales. El bisfenilo S o el F, se están usando como alternativas al A, aunque el etiquetado como “libre de BPA” no significa que esté libre de otros bisfenoles, ni que las alternativas sean más seguras.
El bisfenilo F se asemeja al BPA, pero en lugar de tener dos grupos fenólicos unidos a un grupo central metilo (como en el BPA), el BPF tiene dos grupos fenólicos unidos por un enlace directo. Se ha utilizado como una alternativa al BPA en ciertas aplicaciones, especialmente en aquellas en las que el BPA se ha prohibido o restringido debido a preocupaciones de salud. Al seleccionar productos, especialmente aquellos en contacto con alimentos o bebidas, es importante ser consciente no solo de la ausencia de BPA sino también de la presencia de alternativas como el BPF. Es esencial investigar y comprender las propiedades y los posibles efectos sobre la salud de cualquier compuesto usado en productos de consumo.
El BPA es un monómero presente en muchos plásticos y aditivos. Al tener capacidad de unirse a los receptores de estrógenos se le califica de disruptor endocrino. Viene estando bajo sospecha desde los años 30 de la década pasada, las administraciones han tenido una conducta tibia con respecto a él, aunque conforme se avanza en el conocimiento de sus “colaboraciones” se radicaliza la posición con riesgos del uso de bisfenol A en productos de consumo, lo cual tuvo como consecuencia que algunos comercios prescindieran de ellos. En 2010 por la FDA norteamericana alertó con respecto a la exposición de fetos, bebés y niños pequeños a este producto.
La Comisión Europea estudia la prohibición del Bisfenol A, que participa en la producción de muchos envases alimentarios y de otro tipo, pero la cautela es con el material en contacto con los alimentos. Es un producto ampliamente utilizado, de forma que tanto la mayoría de las bebidas y de los enlatados están envasados en contacto con alguna cantidad de bisfenol A. Se le catáloga como disruptor endocrino, ya saben a los extraños, extravagante o antinorma hoy se le llama disruptor. El lenguaje nuestro, envidiado por otros, está sometido a una pérdida progresiva de capacidad expresiva. ¡Que lástima! Con lo rico que es el idioma nuestro. Hasta ahora la Agencia europea de Seguridad Alimentaria proponía unas cantidades que se han transformado en un umbral 20.000 veces inferior. Sin perder de vista el itinerario descrito para analizar el efecto en el organismo de un medicamento, una diferencia de 20.000 veces es inevitable interpretarla como efecto de alguna ignorancia pasada por alto hasta ahora o una inconsciencia de las autoridades que no fueron capaces de establecer umbrales razonables. En 2015 (no de algún siglo anterior, sino hace unos ocho años) es estableció una cantidad de 4 microgramos por kilogramo de peso corporal. Ahora, en 2023 es establecen unos 0.0002 microgramos para el mismo peso corporal. Lo dicho 20.000 veces menor. La agencia europea limito en 2011 la ingesta de alimentos y bebidas destinadas a menores de tres años y a mujeres embarazadas. Se dice que se han revisado más de 800 estudios publicados, concluyendo que el Bisfenol A producía incremento de un tipo de glóbulos blancos en el bazo de ratones y estas células inciden en el sistema inmunitario, lo que desencadena efectos nocivos, también en el sistema reproductivo, en el metabolismo, etc. Se indica que es la exposición continua, aunque no se ha cuantificado en qué medida incide. Es decir, “la población general de todos los grupos de edad está expuesta a niveles que exceden en dos o tres órdenes de magnitud [cientos o miles de veces] la ingesta diaria tolerable”.
Es una auténtica alarma, se quiera o no, que hayamos podido estar expuestos a un riesgo que se cifra en unas dosis 20.000 veces por encima de lo tolerable. Como indica el Prof. López Nicolás, el paso de valoración de efectos en ratones a humanos, no es nada evidente, por un lado, por otro no necesariamente se puede considerar coincidencia en las valoraciones de los distintos estudios. Otros piensan y se expresan de otra forma y alertan del daño potencial en que se puede incurrir. Lo cierto y verdad es que los umbrales que establecen ahora con tan mínimos que prácticamente todos los alimentos que estén en contacto con bisfenol A superan los limites que recomienda la Agencia Europa de seguridad Alimentaria.
Se dan listados de microgramos de Bisfenol por kilogramo de producto envasado y no queda ninguno por debajo del umbral propuesto. Ni carne, ni hortalizas, ni leche, ni zumos, ni pescados, ni un sin fin de alimentos se mantienen en los límites recomendables. Una auténtica alarma. Con el contenido de una lata de atún se supera el umbral recomendado. Auténticamente preocupante. La reflexión que induce es que la claridad con la que se descubren o sintetizan moléculas, no tiene nada que ver con un proceso posterior lleno de sorpresas, pasajes oscuros y holguras en las previsiones que pueden cambiar en muy poco tiempo y que no evidencian mucha seguridad en lo que proponen. Un decremento de 20.000 veces la dosis diaria recomendada, solamente denota o ignorancia o falta de seriedad en las propuestas, o iniciales o finales. No puede ser admisible una holgura de esta entidad. Hay que suponer una profesionalidad que no parece nada evidente en este caso. Esperemos que se vayan dando evidencias de lo que realmente ocurre, por tranquilidad de los usuarios y por credibilidad de los que al amparo de las agencias hablan creando alarma. Quedamos a la expectativa. No es cautela molecular, es otra cosa.
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