Pensándolo bien...
Nació en 1729 hija de un príncipe prusiano sin patrimonio apenas, pero vinculada con familias alemanas influyentes. Bautizada como Sofía Federica Augusta von Anhalt-Zerbst y educada de forma exquisita en su propia familia. Muy pronto, a los 10 años conoció a un primo segundo llamado Carlos Pedro Ulrico de Schleswig-Holstein-Gottorp, que fue nombrado futuro Zar por su tía Isabel, emperatriz rusa, sin casar y sin descendencia y aquél accedería al poder con el nombre de Pedro III. A Sofía no le gustaba demasiado, pero el matrimonio neutralizó la influencia austríaca en la corona rusa y ella estuvo a la altura de las circunstancias, estudiando ruso, incorporándose a la Iglesia ortodoxa y adoptando el nombre de Ykaterina. La boda tuvo lugar en 1745, con solo 16 años y tras 17 años, su marido se convirtió en el Zar de Rusia. En 1762, aprovechando la ausencia de su marido, se proclamó gobernante única de Rusia. Su marido murió al poco tiempo. Se debate sobre las causas y el papel de Catalina en ello.
No anduvo pacífica Catalina y expandió las fronteras anexionándose Crimea, Ucrania, Lituania, Polonia entre otros territorios, llegando a duplicar la población rusa. Modernizó el gobierno y la legislación, aunque la nobleza se opuso a sus propuestas impregnadas de los ideales de la ilustración. Falleció tras 34 años de reinado en 1796. Ganó el prestigio suficiente, como para ser apellidada “La Grande”, con un explícito y decidido apoyo a la cultura y las Artes. La concepción de fondo que asumió fue que “El hombre era maleable como la arcilla y se le podían dar muchas formas, de aquí que la educación podría hacer la transformación”. Voltaire y Diderot transmitían a Catalina la Grande estas ideas, que asumió e incorporó a su acervo personal y que concreto y exteriorizó en San Petersburgo donde artículo el espíritu de la ilustración. Desde los 6 años iban los niños a la escuela y vivían con los profesores, en un alarde de educación con todas las pretensiones de eficacia y profundidad. Todo parece indicar que el programa no ha cambiado en la Academia Rusia de Bellas Artes, no ha cambiado nada. No quería planos sino maquetas, cosas en tres dimensiones, palpables, concretas, visibles.
Hay una faceta de Catalina la Grande, poco conocido y no por ello importante y destacable, en especial, en estos momentos de tribulaciones, no solo por lo que implica la pandemia que atravesamos, sino por las negativas formas que adoptan algunos en conductas errática, inadmisibles, irrazonables e impropias de personas formadas con una cierta entidad en un mundo en el que la Ciencia ha evidenciado que es una alternativa apropiada para abordar los problemas, por intricados que sean. Catalina La Grande, obvió las supersticiones propias de su época y apostó por la Ciencia haciendo alarde personal, incluso, y apostando decididamente por la vacuna, en aquél caso, contra la viruela, que no hizo pocos estragos en la época, acabando con la vida de 56 millones de personas. Tras la Peste negra, entre 75 y 200 millones de muertes estimadas, la viruela es la pandemia de más envergadura de la Historia de la Humanidad. Le sigue de cerca la denominada gripe española con 50 millones de muertes.
Ahora estamos esperando y deseando que aparezca la vacuna contra el COVID_19, salvo algunos incalificables, como hemos señalado anteriormente. No siempre ha sido así. Veneno de víboras, ajo, amuletos, y cualquier cosa imaginable aplacaría la ira de Dios. La falta de higiene y el poco conocimiento de las propuestas que pudieran calificarse de científicas en orden a hacer frente a una pandemia, sin saber muy bien Pedro III de Rusia había pasado la enfermedad y en Rusia acabó con la vida de unos dos millones de personas. Dado el carácter Ilustrado de Catalina, direccionado para rechazar cualquier superstición y disponerse en sintonía con la Ciencia, cuando dispuso hacer lo posible por evitar la enfermedad y, en su caso, soslayar que afectara a su heredero, que no podía resultar marcado en la cara, lo que dificultaría su aceptación social y, sobre todo, podría generar problemas para encontrar esposa, Catalina quiso investigar para encontrar una cura. Conoció la fama que le precedió al galeno inglés Thomas Dimsdale, que había logrado algún avance en el tratamiento de la viruela. Había descubierto que gracias a la variolación, las personas sanas e inoculadas con el virus resultaban ser inmunes. Catalina lo hizo ir a su lado. Tras explicarle el método, Catalina II se brindó a recibir la primera dosis. Dando ejemplo, un par de centenares de miembros de la Corte le siguieron. Los resultados fueron favorables. Catalina propagó la indicación a todo el país incluso incidió más allá de las fronteras rusas. Voltaire celebró la gallardía, el arrojo y la audacia
Catalina II apostó por la Ciencia y salvó muchas vidas. Fe en a Ciencia, aun cuando estaba en los albores. Audacia en la decisión. Resolución en la aplicación. Todo un ejemplo, que ahora se hace grande, cuando se observan las miserias que arrastran algunos, todavía. Todo menos negacionista.
No anduvo pacífica Catalina y expandió las fronteras anexionándose Crimea, Ucrania, Lituania, Polonia entre otros territorios, llegando a duplicar la población rusa. Modernizó el gobierno y la legislación, aunque la nobleza se opuso a sus propuestas impregnadas de los ideales de la ilustración. Falleció tras 34 años de reinado en 1796. Ganó el prestigio suficiente, como para ser apellidada “La Grande”, con un explícito y decidido apoyo a la cultura y las Artes. La concepción de fondo que asumió fue que “El hombre era maleable como la arcilla y se le podían dar muchas formas, de aquí que la educación podría hacer la transformación”. Voltaire y Diderot transmitían a Catalina la Grande estas ideas, que asumió e incorporó a su acervo personal y que concreto y exteriorizó en San Petersburgo donde artículo el espíritu de la ilustración. Desde los 6 años iban los niños a la escuela y vivían con los profesores, en un alarde de educación con todas las pretensiones de eficacia y profundidad. Todo parece indicar que el programa no ha cambiado en la Academia Rusia de Bellas Artes, no ha cambiado nada. No quería planos sino maquetas, cosas en tres dimensiones, palpables, concretas, visibles.
Hay una faceta de Catalina la Grande, poco conocido y no por ello importante y destacable, en especial, en estos momentos de tribulaciones, no solo por lo que implica la pandemia que atravesamos, sino por las negativas formas que adoptan algunos en conductas errática, inadmisibles, irrazonables e impropias de personas formadas con una cierta entidad en un mundo en el que la Ciencia ha evidenciado que es una alternativa apropiada para abordar los problemas, por intricados que sean. Catalina La Grande, obvió las supersticiones propias de su época y apostó por la Ciencia haciendo alarde personal, incluso, y apostando decididamente por la vacuna, en aquél caso, contra la viruela, que no hizo pocos estragos en la época, acabando con la vida de 56 millones de personas. Tras la Peste negra, entre 75 y 200 millones de muertes estimadas, la viruela es la pandemia de más envergadura de la Historia de la Humanidad. Le sigue de cerca la denominada gripe española con 50 millones de muertes.
Ahora estamos esperando y deseando que aparezca la vacuna contra el COVID_19, salvo algunos incalificables, como hemos señalado anteriormente. No siempre ha sido así. Veneno de víboras, ajo, amuletos, y cualquier cosa imaginable aplacaría la ira de Dios. La falta de higiene y el poco conocimiento de las propuestas que pudieran calificarse de científicas en orden a hacer frente a una pandemia, sin saber muy bien Pedro III de Rusia había pasado la enfermedad y en Rusia acabó con la vida de unos dos millones de personas. Dado el carácter Ilustrado de Catalina, direccionado para rechazar cualquier superstición y disponerse en sintonía con la Ciencia, cuando dispuso hacer lo posible por evitar la enfermedad y, en su caso, soslayar que afectara a su heredero, que no podía resultar marcado en la cara, lo que dificultaría su aceptación social y, sobre todo, podría generar problemas para encontrar esposa, Catalina quiso investigar para encontrar una cura. Conoció la fama que le precedió al galeno inglés Thomas Dimsdale, que había logrado algún avance en el tratamiento de la viruela. Había descubierto que gracias a la variolación, las personas sanas e inoculadas con el virus resultaban ser inmunes. Catalina lo hizo ir a su lado. Tras explicarle el método, Catalina II se brindó a recibir la primera dosis. Dando ejemplo, un par de centenares de miembros de la Corte le siguieron. Los resultados fueron favorables. Catalina propagó la indicación a todo el país incluso incidió más allá de las fronteras rusas. Voltaire celebró la gallardía, el arrojo y la audacia
Catalina II apostó por la Ciencia y salvó muchas vidas. Fe en a Ciencia, aun cuando estaba en los albores. Audacia en la decisión. Resolución en la aplicación. Todo un ejemplo, que ahora se hace grande, cuando se observan las miserias que arrastran algunos, todavía. Todo menos negacionista.
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