Columnas

null CARTA A LOS REYES

Acabamos de dar la bienvenida a un nuevo bisiesto con los ya tradicionales deseos mutuos de prosperidad, implícitamente entendida ésta en el más material de los sentidos. Existen dos acepciones de ese vocablo con fuerte arraigo regional. A saber, la identificación de prosperidad con la disposición de agua suficiente o a medirla a través del consumo de miles de toneladas de cemento.

Los medios de comunicación y los líderes regionales, apoyándose en unas cifras sobre el crecimiento económico, nos invitan a mirar el futuro inmediato con ilusión. Ser optimista es muy saludable, pero siéndolo con rigor y solvencia. Es preciso, pues, tener muy presente que, aun pudiendo ser la envidia nacional en 2004, nuestro tejido productivo depende en exceso de la agricultura y de los servicios, sectores ambos demasiado frágiles. La existencia de una masa crítica propia de trabajadores de alta cualificación es el mejor apoyo para un desarrollo propio y sostenido. Es, además, el camino para eliminar la dependencia de rogatorias implorando lluvias o de la próxima rebaja de aranceles al tomate marroquí.

Propongo, pues, medir la prosperidad regional como el incremento en generación de conocimiento y en número de científicos y tecnólogos capaces de convertirlo en mejoras sociales y económicas. Y no es que yo lo diga gratuitamente, es lo que puede leerse en todos y cada uno de los rincones del Plan de Ciencia y Tecnología 2003-2006 (véase http://www.carm.es/eii/publicaciones). El consejero, Sr. Valverde, dice en la Presentación: “El Plan […] tiene como objeto fundamental establecer las condiciones adecuadas en materia de I+D+I para conseguir un cambio económico y social que permita a la Región desarrollarse, convirtiéndose en una sociedad moderna y activa, que brinde nuevas y variadas oportunidades y más calidad de vida a sus ciudadanos”. Y concluye “queremos incrementar la productividad empresarial, mejorando la eficiencia en los procesos productivos y favoreciendo el nacimiento de nuevos sectores de base tecnológica. Y queremos además que esos avances sean fruto del aprovechamiento de la labor de nuestros investigadores, quienes están llamados a jugar un papel esencial no sólo en estos aspectos, tan directamente vinculados a nuestra actividad productiva, sino también en cuanto a la investigación básica se refiere, puesto que el conocimiento es la base sobre la que ha de asentarse nuestra sociedad”.

Queridas majestades de Oriente: Este año lo tengo fácil, pues desearía que me trajesen el Plan Regional de Ciencia y Tecnología 2004-2006, pero con las pilas puestas, y nuevas, y las reglas de juego. Además, prometo no pedir más cosas hasta enero de 2007