Pensándolo bien...

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En la segunda mitad del siglo XVI vivió en Nápoles un físico llamado Giambattista della Porta. Debido al calor que hacía un determinado día, procedió a cerrar las ventanas de la estancia, dejándola casi totalmente a oscuras. Cuando se acostó y dirigió la mirada a la parte trasera de la habitación vio una escena de la calle, gentes que iban y venían por la pared, como si fueran reales, solamente que boca abajo. De niño, ciertamente, disfrute de escenas similares, cuando obligado por alguna dolencia circunstancial, tenía que permanecer en cama. Es un mundo maravilloso el que se contempla, en que las sombras se mueven por la pared, como si se tratara de una proyección sobre la misma. Es frecuente que, en estas condiciones se visualice un rayo de luz que se cuela por un orificio circular, conteniendo la información que se plasma en la pared. Porta construyó una cámara oscura en una caja cúbica que perforó en la parte delantera y fijó en la parte posterior, por dentro, un papel. El resultado, ahora en pequeño, fue igual que el de la pared, en grande. Ensayó toda suerte de modificaciones, desde el tamaño del orificio, situó un cristal delustrado en la parte trasera y ya ideó un dispositivo para situar la placa en el foco de la lente que situó en el orificio de entrada de la luz. A partir de ese momento todo su esfuerzo fue encaminado a fijar la imagen que se formaba. No solo él, sino muchos otros trabajaron sin éxito durante mucho tiempo, dos siglos y medio, nada menos. Antes se descubrieron la máquina de vapor y la electricidad.

 

Siempre se ignoró que en 1727 Schulze ya había estudiado la sensibilidad lumínica de las sales de plata. En enero de 1830, en la Academia de Ciencias de Francia, Arago presentó al inventor francés Daguerre, remontándose a los primeros tiempos de la revolución cuando Charles tuvo la idea de aprovechar la sensibilidad del nitrato de plata para fijar mediante la luz, siluetas de bustos humanos. Charles no dejó nada escrito. Davy, siguiendo los ensayos de Charles, junto a su colaborador Wedgwood, intentaron fijar la proyección luminosa de la cámara oscura en un cartón impregnado de nitrato de plata, aunque sin éxito. Daguerre lo consiguió. Una placa de cobre, plateada, bajo una luz débil, la sometía a vapores de iodo, hasta adquirir una tonalidad amarilla. Esta placa iodada era la que situaba en la cámara obscura, ofreciendo a la lente la cara que contenía la capa de iodo y plata- El obturador está cerrado y se dirige la lente hacia el objeto que queremos registrar. Cuando .se quita el cobertor de la lente se expone la placa a la imagen incidente entre diez y veinte minutos, según la luminosidad del día. Al principio la cara de la placa expuesta no presenta alteración alguna, pero al someterla a vapor de mercurio se va positivando poco a poco la imagen del objeto capturado. La placa se fija en una disolución de sal común hasta lograr que no sufra alteración por la luz artificial. La explicación del proceso es que la luz incidente elimina el iodo que está combinado con la plata y en el lugar en que estaba, aparece la plata metálica, en función de la intensidad de la iluminación. Esta plata forma con los vapores de mercurio amalgama de plata blanca. En los lugares en que ha recibido poca iluminación persiste el ioduro de plata que resulta inalterado bajo la acción del mercurio. El ioduro se elimina tras el procesado con un baño de una disolución caliente de sal común, descubriendo el fondo oscuro de la placa.

 

A instancias de Arago, la Academia de Ciencias patrocinó una moción que proponía conceder a Daguerre una pensión de 6.000 francos a título de compensación. Lo lograron y cedió el invento al dominio público en 1839, salvo que mantuvo para él la construcción de la cámara y los accesorios. Casi simultáneamente a la presentación en Paris, la Royal Society recibió una monografía en Londres firmada por Talbot. También había estudiado la fijación de las imágenes en una cámara obscura. El si partió de los experimentos de Schulze con el nitrato de plata y conoció los trabajos de Wedgwood y Davy, pero no compartió la propuesta de éste último de que el yoduro de plata era más sensible a la luz que el cloruro de plata, pero sus ensayos le llevaron a concluir que el bromuro de plata era más sensible que las otras sales de plata. Con una hoja de papel empapada en bromuro de plata obtuvo una imagen negativa. La fijó y la secó y la trató con cera para hacer más translúcidas las partes claras. Debajo de esta placa negativa puso una segunda hoja bromurada tensada en un bastidor y las expuso a la luz solar obteniendo una imagen positiva. De esta forma de una imagen negativa podía obtener muchas positivas. Talbot conoció que el mismo dia que presentó su informe en la Royal Society, Arago presentó en la Academia francesa el procedimiento de Daguerre, pero se guardó el secreto de la fijación y solo comunicó que para ello empleaba una disolución de sal común y luego una de prusiato amarillo (ferrocianuro potásico)- Aunque poco después desveló que el fijador era tiosulfato de sodio. El nacionalismo imperante hizo que la Academia Francesa, no atendiera la reclamación de Talbot y pensó que era una tentativa de hacer prevalecer la prioridad de su invento sobre el de Daguerre. Se dejó caer el ofrecimiento. En cambio, Daguerre utilizó la propuesta del tiosulfato de sodio para obtener unas imágenes en sus placas de cobre, inalterables a la luz.

 

Se cifra en 1839 y en Berlín, la inauguración del primer estudio fotográfico. El daguerrotipo se popularizó. Permanecer una hora inmóvil a pleno sol, delante de la cámara, era una servidumbre difícil de superar. La primera grabación de un rostro humano se sitúa en Nueva York. En 1840 Petzval reparó que la óptica perfeccionaba el dispositivo si consistía en situar unos cristales de anteojos y dejaran de ser cristales de ventana. Logró un juego de objetivos dieciséis veces más luminoso que la lente de Daguerre, con lo que el enorme tiempo (más de media hora, entonces) quedó reducido a quince segundos, tan sólo. Nació la fotografía del retrato. Los contornos fueron nítidos, aunque ni el blanco ni el negro lo eran. Un poco grises, pero los retratos iniciaron su andadura. La imagen quedaba, razonablemente cap