Artículos Académicos
Recibíamos hace unos días a través de un comunicado de la Universidad de Nottingham la triste noticia del prematuro fallecimiento del Prof. Keith Campbell, uno de los científicos que junto al Prof. Ian Wilmut formó parte del equipo de investigadores que en 1997 anunciaban en el Roslin Institute de Edimburgo uno de los hechos más mediáticos que han ocurrido en ciencia en los últimos años: el nacimiento de la oveja Dolly. Son muchos los expertos que afirman que fue Campbell su verdadero artífice, a pesar de que permaneció en segunda línea informativa desde el inicio, especialmente si se compara con Wilmut. Durante su estancia en la Universidad de Murcia en 2005, el Prof. Campbell restaba importancia al nacimiento de la oveja Dolly frente al nacimiento de las ovejas Megan y Morag, un año antes, trabajo también publicado por la revista “Nature”. En esta publicación, y aunque con células fetales, consiguieron los primeros nacimientos mediante trasferencia nuclear de células diferenciadas cultivadas in vitro. Y sin embargo, estos nacimientos no tuvieron repercusión mediática alguna a pesar de desarrollar la metodología que permitió posteriormente el nacimiento de Dolly, una oveja que ocupo la portada de numerosas publicaciones científicas y no científicas. Y para Campbell, el principal motivo que explicaba que Dolly hubiera usurpado el lugar que debería haber tenido Megan y Morag se debía, exclusivamente, a la oportunidad de la información científica en el contexto informativo global. No se habían dado las circunstancias que permitían la apropiada repercusión informativa de los resultados obtenidos. Junto a la publicación en “Nature” de los nacimientos de Megan y Morag ocurría uno de los acontecimientos más trágicos de la historia reciente de Escocia, la masacre de Dunblane que finalizó con la muerte de dieciséis niños y un adulto en una Escuela de Primaria. Las lógicas portadas silenciaron la nota de prensa que simultáneamente se enviaba desde el también escocés Instituto Roslin. Y los resultados quedaron circunscritos al ámbito estrictamente científico. Por eso, cuando es tiempo de felicitar al británico Gurdon y el japonés Yamanaka por el Premio Nobel de Medicina 2012 por sus investigaciones en el campo de reprogramación de células adultas, también es tiempo de recordar y reconocer a Keith Campell y a Megan y Morag, ya que fueron capaces de atravesar la frontera del conocimiento de un modo incontestable, a pesar de su escasa repercusión mediática.