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Considerado una creación mítica, el caballo de Troya está muy presente en el arte y la cultura. Se cuenta que, tras más de nueve años de conflicto y, desesperados por no poder atravesar las murallas de Troya, los griegos fingieron su retirada, construyeron un enorme caballo de madera y situaron en su interior a sus mejores guerreros. Pensando que era un símbolo de victoria, los troyanos lo llevaron al interior de sus murallas, pero durante la noche, los griegos salieron del caballo, mataron a los centinelas y abrieron las puertas de la ciudad para que entrara su ejército. Tras matar al rey de Troya, los griegos arrasaron la ciudad y ganaron la guerra.
Caballo de Troya es también una expresión idiomática y la Real Academia Española lo define como la persona o cosa que se introduce en una colectividad o en un proceso con la intención oculta de causar algún perjuicio. Uno de los primeros caballos de Troya que se usaron para combatir el cáncer fue en el año 2005, donde unos científicos estadounidenses liderados por el Profesor Baker, de la Universidad de Michigan, crearon una nueva tecnología para introducir fármacos en las células tumorales. El caballo de Troya, en este caso, era una nanopartícula denominada dendrímero y en su interior viajaban dos componentes, uno apetecible para la célula tumoral, el ácido fólico, y otro mortal para ella, el metotrexato. Las células tumorales reconocían al ácido fólico, que funcionaba como señuelo de este caballo de Troya y, cuando pensaban que se estaban alimentando, realmente lo que estaban haciendo era envenenarse con el metotrexato.
Mucho más reciente y “made in Spain”, un proyecto concedido por el Ministerio de Ciencia e Innovación creará un caballo de Troya que albergará en su interior células antitumorales, células CAR-T, para tratar de forma efectiva y selectiva a una serie de tumores sólidos. Según palabras de sus investigadores, el objetivo es “diseñar caballos de Troya que permitan mantener a los soldados que están dentro de ellos en plena forma hasta la batalla y facilitarles armas que permitan que estos soldados, una vez que salgan del caballo, sean lo más letales posible contra las células tumorales”.
Toda vale en la lucha contra el cáncer y no sería de extrañar que “El arte de la guerra”, el mejor tratado de estrategia de todos los tiempos, formara parte de los libros de cabecera de nuestros investigadores y profesionales oncológicos.