Artículos Académicos
En los últimos cinco años ha irrumpido con especial fuerza la denominada “medicina regenerativa”, un término que expresa la capacidad del organismo para “curarse a sí mismo” creando células que sustituyen a las perdidas. La fuente de esas células, conocidas como células madre, puede ser de distintos tipos: las células madre totipotentes, son las células del embrión en sus primeros días, y cada una de ellas es capaz de dar lugar a un nuevo individuo. A partir del cuarto día, las células del embrión ya no son totipotentes, sino multipotentes, lo que significa que de ellas derivarán muchos tipos de células, pero nunca un individuo. En el individuo adulto tenemos células capaces de diferenciarse en otras células al dividirse. Esas células madre adultas están ya más diferenciadas y pueden crear ciertos tipos de células, por ello se les llama pluripotentes. La experiencia más importante en medicina regenerativa es la recogida con el trasplante de médula ósea, terapia que se inició hace casi cincuenta años. En este campo se ha demostrado la enorme utilidad de identificar células madre adultas circulantes en la sangre que tienen capacidad de “diferenciarse” en las células circulantes habituales de la sangre: hematíes, glóbulos blancos y plaquetas. La destrucción con quimioterapia o radioterapia de las células progenitoras enfermas que se encuentran en la médula ósea, en el caso de la leucemia, y su sustitución por células madre pluripotentes sanas es el fundamento de la curación con el trasplante de médula ósea, o más estrictamente de progenitores hematopoyéticos. En los últimos cinco años, se ha podido ver que las células pluripotentes, dependiendo del “ambiente” de crecimiento donde se cultiven, pueden generar distintos tejidos (cardiaco, nervioso, óseo, etc.). Ello abre perspectivas muy interesantes para abordar el tratamiento de enfermedades graves o incurables, puesto que facilitan la regeneración tisular del propio organismo, como, por ejemplo, en el infarto de miocardio, enfermedad de Parkinson, diabetes, etc. Las fuentes de células madre, por tanto pueden ser de origen embrionario o de individuos adultos. Tal como se ha indicado en el reciente Simposio Europeo sobre Medicina Regenerativa, organizado por la Fundación Ramón Areces, actualmente, el mayor desarrollo de las investigaciones se ha obtenido con células madre adultas. De hecho, diecinueve, de los veinte proyectos de medicina regenerativa que financia actualmente la Comisión Europea, utilizan estas células y sólo uno células embrionarias. Hay varios motivos que podrían justificar esta diferencia y que comentaremos en la Columna de la Academia la próxima semana.