Pensándolo bien...

null BILLAR CÓSMICO

Cuesta mucho adoptar la imagen cuántica del mundo. Cuesta poco que esa imagen sea la clásica, donde Newton reina. Es una impronta cultural, forjada a lo largo de mucho tiempo, varios siglos ya, en la que el Universo, cual billar, consta de esferas que se mueven, se condicionan en sus trayectorias y colisionan según las leyes de la dinámica, de forma inelástica, pero aproximadamente como si se tratara de choques elásticos. Como si fuera el juego de billar, pero con bolas planetarias, asteroides, en general, cuerpos celestes.

La experiencia de las consecuencias catastróficas de la colisión de un asteroide con la Tierra, se conocen, porque está en el frontispicio de la explicación de la desaparición de los dinosauros, por ejemplo. Un impacto de un asteroide pequeño, puede destruir una ciudad y si tiene un tamaño, respetable, puede acabar con la vida en nuestro planeta. Los asteroides son una auténtica amenaza, aunque no haya motivo de preocupación en la actualidad, pero el riesgo de impacto con la Tierra, es predecible y de lo que se trata es de hacer algo para evitarlo.

La misión de la NASA, DART (Prueba de Redirección de Asteroides Dobles), ha consistido en una prueba práctica de la tecnología disponible para defendernos de asteroides o cometas. En este caso concreto, se hace colisionar una nave espacial que navegó en forma automática hacia un asteroide y pretendía que el resultado de la colisión cambiara el movimiento del asteroide y que ese cambio inducido fuera cuantificable y comprobable. Se programó el impacto con un sistema doble Didymos-Didymoon Un asteroide pequeño, Didymoon, (un diámetro de unos 163 m) orbitaba en torno a una mayor Didymos, empleando 11 horas y 55 minutos en este menester. La colisión tuvo lugar el 26 de septiembre y desde la tierra con telescopios, se ha estado controlando cuanto ha cambiado el tiempo de giro referido. Se ha precisado que han sido 32 minutos lo que se ha acortado el tiempo orbital con una incertidumbre en torno a dos minutos. La conclusión es que hemos sido capaces de cambiar de forma cuantificable la órbita de un cuerpo celeste. Una futura amenaza podrá tener contestación.

Los eventos de colisión de un asteroide con la Tierra, que en otro tiempo geológico fueron frecuentes, ahora no lo son. No siempre fueron catastróficas las consecuencias. Por ejemplo, el impacto con la Tierra de un asteroide hace 2.200 millones de años, en Australia Occidental, cuando la Tierra tenía la mitad de la edad que tiene ahora, explica como nuestro planeta superó la primera edad del Hielo. Fue un calentamiento global que, en aquel entonces, posibilitó la vida en la Tierra. Se ha concluido en esta aportación a partir del examen de restos minerales encontrados en el cráter de Yarrabubba, en Australia. Desde la misma formación de la Tierra han estado impactando cuerpos celestes. La atmósfera, fiel guardián del Planeta, acaba con la mayor parte de ellos, pero algunos escapan a este vigía sutil y vital y llegan a la superficie. La NASA escudriña con radares los asteroides potencialmente peligrosos y concreta en 19 de ellos como media anual.

El tamaño es importante, pero no lo único a considerar para valorar la letalidad. La composición química del sitio en el que tiene lugar la colisión puede ser determinante. Científicos estiman que un asteroide de unos 10 kilómetros de diámetro a una velocidad de 40 km s-1 libera una energía de unos 300 teratones (de TNT). La comparación con la capacidad nuclear destructiva de todo el planeta es dramática, porque la multiplica por 40.000. En una cuantía parecida se estima el impacto de hace 66 millones de años hizo desaparecer a los dinosaurios.

No se ha pretendido hacer desaparecer el asteroide, que puede resultar tarea imposible, sino generar un empuje y un cambio de velocidad, mediante pequeños dispositivos nucleares que se hacen detonar en la superficie del asteroide. El resultado es modificar la trayectoria y alejarlo de nosotros. En suma, la Humanidad ha sobrepasado el umbral tecnológico para que pudiéramos seguir el camino de los dinosaurios.

El planeta se ha movilizado en su totalidad. La agencia espacial estadounidense y la japonesa se pusieron en marcha con la misma finalidad. La  ESA, la Agencia Espacial Europea y la NASA diseñaron un proyecto conjunto denominado AIDA, que pretendió ser una demostración real de la técnica de impacto cinético para  para alterar la trayectoria de un asteroide en el espacio. El 11 de octubre se confirmó públicamente que el asteroide Dimorphos se había desviado hasta 50 veces más de lo que se había establecido como referente. Todo un éxito. Esto si es una guerra de las Galaxias. Faltan confirmar otros elementos significativos como la alteración que haya podido darse en la estructura interna del asteroide, como consecuencia del impacto, y otros aspectos como la expulsión de material derivado de la colsión. Es una preocupación de algunos, saber cuáles son las consecuencias. Hay que esperar, porque este tipo de cosas no se pueden recrear en un laboratorio. Didymoon se acercará a la Tierra en 2042 y 2062. Habrá tiempo para estudiar minuciosamente las consecuencias.

Los asteroides son una verdadera amenaza que hay que tener en cuenta, porque aunque a corto plazo no tengamos por qué preocuparnos, son el único riesgo real a gran escala (es un decir, porque estamos con el alma en vilo por otros riesgos derivados de la estulticia humana) que podemos predecir y contra el que podemos hacer algo. Como siempre, ahora nos enfrentamos con la necesidad de colaboración de todas las naciones, porque esta cuestión no es de ningún país en particular, sino que la protección contra la potencial extinción nos atañe a todos. En otros casos, eludiendo la responsabilidad que esto entraña, solamente ha aflorado la estupidez como rasgo sobresaliente. Esperemos que no se repita. No es cosa de película, sino de la realidad palpable, que debemos estar preparados para defender la Tierra.