Artículos Académicos
Escribir sobre arte desde esta columna parece una intromisión. Tradicionalmente, arte y ciencia, o ciencia y humanidades, se han mantenido separadas. Para algunos así deben seguir, mientras que otros buscan la unificación y lamentan una separación que consideran artificiosa y perniciosa para el progreso de la cultura. Es cierto que cada disciplina se ocupa de cosas distintas y con aproximaciones metodológicas y conceptuales diferentes. El arte busca transmitir un mensaje a través de los sentidos y sentimientos. Las humanidades, incluyendo el arte y su estudio, se ocupan de todas las facetas de la cultura humana y les buscan sentido utilizando la reflexión y la lógica. La ciencia trata de encontrar las regularidades y leyes que subyacen en el funcionamiento del universo a través del método científico, donde cabe la incertidumbre probabilística, pero no la especulación. Visto así, parecen irreconciliables pero, al final, resulta que solo tenemos un universo, donde el ser humano, sus actuaciones y sus expresiones, son un elemento más, coherente con las leyes físicas que lo regulan. La necesidad de interpretar patrones en un mundo aparentemente caótico es inherente a la supervivencia de las especies. Ello permite reducir las incertidumbres, anticipar el futuro y evitar los peligros. La especie humana, menos rápida y fuerte que muchos de sus competidores potenciales, ha hecho de ello la clave de su éxito evolutivo. Lo llamamos inteligencia. Todos padecemos de ese síndrome en mayor o menor medida, y lo utilizamos ya sea para evitarnos problemas o para resolver pasatiempos. Los científicos buscan los patrones que encierra el universo y formulan leyes que los predicen. Los artistas generan esos patrones (visuales, sonoros, temporales conceptuales, en un espacio bi-, tri- o multidimensional) para satisfacer nuestra necesidad innata de descubrirlos. Las humanidades los buscan en la historia, las tendencias sociales, la geografía, las modas, la economía o el arte. Los matemáticos han desarrollado ya potentes herramientas que permiten detectar dichos patrones, en las estructuras fractales, el caos, o en las catástrofes, y se han utilizado para analizar las formas y dinámicas de los seres vivos, el clima y el paisaje, pero también la estructura fractal de la obra pictórica de Pollock, y sin duda son aplicables a la música, la literatura, las tendencias sociales… Una teoría unificada del arte, las humanidades y las ciencias, para el estudio de los patrones que marcan el ritmo y la estructura del universo y nuestras vidas es posible.