Columnas

null Análisis de riesgo y coronavirus

A la sociedad actual le preocupan cada vez más los peligros a los que estamos sometidos y por ello los estudiamos con detalle. Quizás los análisis de riesgo más conocidos sean los relacionados con la seguridad alimentaria, pero también se investigan aquellos riesgos asociados con la movilidad, el trabajo y por supuesto los producidos en el ámbito de la salud. Estos últimos son los que más horas de debate han ocupado recientemente como consecuencia de la terrible pandemia que nos ha tocado vivir. Pero distingamos las fases en las que tenemos que dividir un análisis de estas características.

En primer lugar, hay que evaluar el peligro asociado a un determinado evento. En el caso que nos ocupa el peligro es un coronavirus que hemos sido capaces de identificar genéticamente de forma rápida, lo que ha permitido desarrollar en unos pocos meses vacunas eficientes y seguras. En segundo lugar, es necesario caracterizar y evaluar la exposición al peligro, y para ello ha sido preciso observar el desarrollo de la enfermedad, sus pautas de transmisión, sus dosis infectivas y su morbilidad. Una vez el riesgo ha sido caracterizado, se pueden implementar las medidas de control más adecuadas, lo que se conoce como gestión del riesgo. En este caso, buena parte del riesgo ha sido mitigado por medio de la aplicación de determinadas pautas de comportamiento como el uso de mascarilla, el mantenimiento de la distancia social y el confinamiento selectivo (pautas todas ellas muy costosas desde un punto de vista socioeconómico y emocional, pero que han permitido reducir los efectos negativos que genera el virus sobre la salud).

Por último, pero no menos importante, tras los procesos de evaluación y gestión del riesgo existe una fase relacionada con la necesidad de comunicar los avances obtenidos frente a la pandemia. La sociedad demanda conocer datos y detalles técnicos respecto a uno de los eventos más trascendentales de nuestra vida, pero la enorme avalancha de información que nos llega lamentablemente invita en ocasiones a la confusión, de modo que es difícil distinguir lo que es una sugerencia bienintencionada de lo que es una recomendación avalada por la fuerza de una evidencia científica, lo que es secundario de lo que es realmente una prioridad. En este sentido se echa en falta, especialmente a nivel político y mediático, pero también a nivel científico, más reflexión y consenso y menos discusión pública, solo de este modo conseguiremos que el plan de análisis de riesgos asociado al coronavirus se complete de forma correcta y efectiva.