Artículos Académicos

null Agricultura y salinidad

El desarrollo socioeconómico de la humanidad se ha basado, en gran parte, en el éxito del regadío, que ha aumentado y estabilizado los productos agroalimentarios y no alimentarios a pesar de haberse duplicado la población en los últimos 50 años. El 17% de la tierra de regadío produce el 40% de los alimentos a nivel mundial. Estas cifras todavía son más elocuentes a nivel nacional, donde el 16% de la superficie de regadío aporta el 55% de la producción final agraria. Para el año 2025 la población mundial se estima en alrededor de 8.000 millones, lo cual supone que para mantener una adecuada alimentación de la misma se debe de aumentar tanto la superficie como la productividad del regadío. El agua es el factor clave en la producción y crecimiento de las plantas por las numerosas funciones esenciales que realiza. Forma parte del protoplasma, actúa como disolvente y reactivo, mantiene el turgor de las hojas, sirve de medio para el transporte de nutrientes, etc. Es el componente químico más abundante en las plantas, constituyendo entre el 80-95% del peso en las hortícolas y alrededor del 50% en las arbóreas. De aquí la importancia para el sector agrario de disponer de recursos hídricos en cantidad y calidad. La calidad del agua de riego viene determinada por la cantidad y tipo de sales que están disueltas en forma de iones, además de las relaciones entre los mismos. Los cationes más comunes son calcio (Ca+2), magnesio (Mg+2) y sodio (Na+ ) y entre los aniones cloruro (Cl- ), sulfato (SO4 -2) y bicarbonato (HCO3 – ). El potasio (K+ ), carbonato (CO3 2-) y nitrato (NO3 – ) también están presentes, pero en concentraciones comparativamente bajas. Algunas aguas de riego, especialmente las de origen subterráneo, contienen boro, que es tóxico paro la mayoría de los cultivos a concentraciones relativamente bajas. El uso de aguas de riego con contenidos elevados en sales es uno de los factores ambientales que más limitan la productividad de los cultivos agrícolas. Al menos el 20% de las tierras de regadío tienen problemas de salinidad. Una estimación conservadora cifra en más de 12.000 millones de dólares las pérdidas en la agricultura por la salinidad. Aunque esta cantidad puede parecer pequeña a escala mundial, tiene una gran importancia a nivel local. Esto supone una pérdida de tierra y de producción, lo que significa menos alimentos disponibles. En un futuro inmediato, la humanidad tiene el reto de alimentar a una población creciente con prácticamente la misma superficie de regadío. Los estudios con técnicas moleculares para conocer los mecanismos de tolerancia de las plantas a la salinidad, y su aplicación a través de la ingeniería genética, son fundamentales para aumentar la tolerancia a la salinidad de especies de interés agrícola y mantener su productividad con el uso para el riego de aguas salinas.