Columnas

null 2011: AÑO DE LA QUIMICA

Acabo de presenciar una conversación entre dos estudiantes, de ambos sexos, que en la Facultad de Química recorrían un largo pasillo, sin mucha seguridad de que les llevara a alguna parte. Conversaban sobre amonio, amoniaco, hidroxilo y agua en un totum revolutum, que revelaba que no necesariamente tenían alguna idea clara de lo que manejaban. Es posible que esta generación bolognesa llegue a ser hasta peligrosa en un laboratorio. El tiempo dirá si lo que estamos haciendo es realmente útil o incluso merecerá la pena olvidarlo, si se puede. Dudas hay más que sobradas. Y todo ello, en un año como éste, dedicado a la Química, con mayúsculas, me hace rememorar lo disparatado que resulta el empleo generalizado del apelativo químico en su más nefasto, negativo y deplorable significado. La Sociedad, y en especial desde algún talibanismo ambientalista, incapaz de distinguir entre uso y abuso, entre Ciencia y transgresión de la conciencia; ese mismo fundamentalismo que clama por un cavernarismo y que hace ojos ciegos y oídos sordos al progreso y confunde actitudes sociales deplorables con aportaciones científicas, que prefiere la negación, impedimento o limitación del progreso científico porque no es capaz de afrontar la alternativa regulación de su uso, que, en el fondo, clama por una libertad manipulada a priori, por el escaso convencimiento de que la libertad es la única aliada del progreso. Ese mismo fundamentalismo es el que ha hecho olvidar que es la Química, la Ciencia molecular por excelencia, que explica los hechos naturales más descollantes, formula hipótesis acertadas sobre nuestro comportamiento, justifica la conducta de la Naturaleza, aporta soluciones para remediar abusos, explica la empatía, razona sobre la justificación molecular del amor, o del pensamiento, del funcionamiento de órganos y seres, interpreta dolencias y propone remedios. La ONU declara la Química como Ciencia creativa esencial para mejorar la sostenibilidad de nuestros modos de vida y para resolver los problemas globales y esenciales de la Humanidad, como la alimentación, el agua, la salud, la energía o el transporte. ¡Nada menos! No estará nada mal que este año dediquemos algo de tiempo a informarnos de por donde van y han ido las cosas, e incluso a identificar quien o quienes han mantenido conductas desviadas. Será el mejor tributo a una Ciencia que siempre estuvo a la altura.