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null ¿Se acerca el fin de los empastes dentales?

Columna de la Academai publicada el 8 de abril de 2017, en el Diario La Verdad

Los empastes pueden pasar a la historia si un fármaco, para el que ya se han hecho los ensayos clínicos, puede estimular el recrecimiento de los dientes rellenado los huecos. Lo curioso del caso es que este fármaco estaba destinado al tratamiento de pacientes de Alzheimer.

Este es el descubrimiento realizado por investigadores del King´s College de Londres liderados por el Profesor Paul Sharpe y recientemente publicado en Scientific Reports. El fármaco es el tideglusib. Este compuesto estimula las células madre presentes en la pulpa del diente provocando la formación de nueva dentina, que es la sustancia mineralizada que se encuentra bajo el esmalte. Era ya sabido que los dientes pueden regenerar dentina si la pulpa queda expuesta a un trauma o a una infección pero, en condiciones normales, solo se regenera una capa muy fina.

Pero lo que hace el tideglusib es inhibir un enzima que se llama glucógeno sintetasa quinasa-3 (GSK-3), que en este caso inhibe la formación de dentina y los científicos de Londres han observado  que es posible utilizar una pequeñísima esponja biodegradable que contiene el fármaco para pegarla a la cavidad del diente, donde estimula la formación de dentina, reparando una cavidad en un tiempo de menos de 2 meses.

Las esponjas están hechas de colágeno, que es una proteína perfectamente digerible y que cuando desaparecen dejan los dientes reparados. Este proceso se ha podido probar con total éxito en ratones. Pero la gran ventaja es que el tideglusib ya está estudiado en ensayos clínicos, por lo que podría ponerse en uso de forma inmediata para las personas.

Actualmente los dentistas usan unos cementos, tales como los basados en calcio y silicona, que pueden perderse con el tiempo y son una sustancia postiza y artificial en el diente. La pérdida repetida del empaste puede dar lugar a la pérdida total del diente. El nuevo descubrimiento que se describe aquí propicia la reparación natural del diente y es sin duda un gran hallazgo, que mejorará las posibilidades de reparación de las caries.

Una moraleja a extraer de este descubrimiento es que el conocimiento científico fructifica muchas veces en aplicaciones inesperadas. Es por ello que hay que fomentar la ciencia, sea básica o aplicada, para que podamos llegar posteriormente a las aplicaciones. El inconveniente que persiste es que aun usando el tideglusib tendremos que seguir sufriendo el implacable taladro del dentista limpiándonos antes el diente cariado.