Artículos Académicos
Esta semana ha fallecido Charles Townes, científico norteamericano que fue uno de los pioneros del láser. LASER es el acrónimo de amplificación de luz mediante emisión estimulada de radiación, un instrumento que ha devenido de uso generalizado. En 1964, Townes recibió el premio Nobel de Física, compartido con Nicolay Basov y Aleksandr Prokhorov, por el desarrollo del primer máser, que operaba en el rango de las microondas, y fue el precursor del láser. En 1958 publicó en la revista “Physical Review”, junto con su cuñado Arthur Schawlow, el artículo “Infrared and optical masers”, donde describían un instrumento para producir luz láser, es decir mediante emisión estimulada. El primer “máser óptico” operativo lo construyó Theodore Maiman en 1960. El nombre inicial de máser óptico no tuvo mucho éxito y fue sustituido por el de láser. La historia del desarrollo del láser es más interesante que una buena novela. Y me parece que aporta muchas enseñanzas sobre cómo funciona la ciencia y la tecnología. La emisión estimulada de la radiación había sido predicha teóricamente por Einstein a principios del siglo XX, pero durante las siguientes décadas los físicos tenían el convencimiento de que no podría realizarse en la práctica. Vista la situación con la perspectiva del tiempo, es bello notar que un desarrollo con tantas aplicaciones prácticas como el láser, tiene su origen en el interés de entender la naturaleza de la interacción entre la materia y la radiación. Para aquellos que, quizás un poco ingenuamente, piensan que los avances tecnológicos se deben buscar exclusivamente muy cerca de la aplicación este es un buen ejemplo de que lo realmente importante proviene casi siempre del interés más profundo y fundamental por el conocimiento. Otro aspecto con moraleja de esta historia es el escepticismo inicial de los científicos de la época. Cuando Townes sugirió que quería construir un oscilador para generar microondas con frecuencia pura, celebridades como Rabi, Bohr o Von Neumann le expresaron sus reservas y su convicción de que esa empresa sería imposible y nunca funcionaria. Por supuesto en su propia universidad, Columbia, le sugirieron que se dedicara a cosas más “útiles y productivas”. Afortunadamente, Townes no les hizo caso y su máser funcionó. La resistencia a los cambios es a menudo tan grande como la voluntad de algunos individuos excepcionales para llevarlos a cabo. Y en este caso, la luz láser se hizo en 1960 para acompañarnos y ayudarnos en nuestras vidas para siempre.