null Un químico pionero en implantar la biotecnología en la Región de Murcia

JOSÉ LUIS IBORRA PASTOR CATEDRÁTICO DE BIOQUÍMICA Y BIOLOGÍA MOLECULAR DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA.

“Saber que tu vida está orientada al servicio de los demás es suficiente recompensa.” Para José Luis Iborra Pastor (Alicante, 1944), catedrático emérito del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Química de Universidad de Murcia (UMU), la vocación por la disciplina le llegó en el bachillerato “gracias a la ayuda de un gran profesor”. En la Alicante de los años sesenta no había carreras científicas, así que el joven Iborra tuvo que ampliar horizontes. “Llegué a Murcia en 1960 a estudiar Ciencias Químicas. Luego hice la tesis en Química Analítica. Cuando la acabé, tuve la suerte de que en Alicante se creara el Colegio Universitario, donde me contrataron para enseñar Química Analítica en 1970. Allí estuve tres años. Entonces se crearon las Universidades Autónomas de Madrid, Barcelona y Bilbao, y me contrataron para esta última, donde colaboré en montar la especialidad de Bioquímica y en la que estuve otros dos años. En ese tiempo, las promesas que se me hicieron respecto al desarrollo de mi carrera científica no se cumplieron; de modo que me volví a Alicante, donde se acababa de inaugurar la Facultad de Ciencias y el Colegio Universitario de Medicina, para impartir Bioquímica».

Posteriormente, realizó oposiciones para profesor adjunto a nivel nacional y tuvo la oportunidad de incorporarse a la Facultad de Medicina de Murcia, al departamento que dirigía el profesor José Antonio Lozano Teruel, «a quien le tengo que agradecer no sólo su amistad, sino también todo el apoyo y los consejos que he recibido desde que le conozco». Un año después opositó a profesor agregado en la Facultad de Ciencias, y al siguiente obtuvo la cátedra por concurso de acceso.

 

«Fue una osadía»

Originalmente José Luis Iborra investigó la pigmentación en el cuerpo humano y los melanomas dentro del grupo de Lozano Teruel. “Cuando fui catedrático se podría decir que me independicé y seguí con la línea propia, centrada en la biotecnología. Es la ciencia que estudia a nivel tecnológico el desarrollo de la biología”.

Apostó fuerte por esta especialidad y resultó ser todo un éxito, a pesar de ser muy criticada en su momento. “Fue una osadía por nuestra parte. En aquel momento se fomentó por el Ministerio de Educación y Ciencia la investigación en el área de biotecnología. Una cosa que tenía claro es que necesitábamos gente joven, así que solicitamos becas para estudiantes de doctorado, y nos concedieron todas las que solicitamos, cinco. Los compañeros de la Facultad no se lo creían, me preguntaban que qué había hecho”. Seguramente los que asignaban las becas vieron el potencial de estas investigaciones, y el tiempo le ha dado la razón al equipo de Iborra, pues ahora la biotecnología es una de las ramas científicas más punteras y su grupo fue pionero por estas tierras. «No es por colgarnos méritos pero sí que fuimos el primer grupo que se dedicó a la biotecnología en la Región. Es una evidencia. Posteriormente, ha habido un gran avance tanto en el territorio nacional como en Murcia”.

Iborra reconoce que influyeron varios factores. “Cuando fui a Bilbao me contrataron para enseñar bioquímica, así que tuve que estudiarla porque era un neófito en ese aspecto. Ya en Murcia, cuando tuve que tomar responsabilidades y abrir una línea piloto, decidí decantarme por este área tan amplia para luego alcanzar realidades más concretas. Traté de enlazar lo que había hecho con el profesor Lozano en la pigmentación con algo que tuviera que ver con la salud, y el resultado fueron los melanomas. Así que empezamos a probar modelos con ratones que podían desarrollar cáncer de piel”.

Pigmentación y melanomas

¿Qué estudiaban en concreto con esos experimentos? “Cómo se desarrollaba la pigmentación en estos animales que tenían melanomas. Nuestro objetivo es el mismo que promulga la disciplina al completo: encontrar remedios para la cura y el tratamiento del cáncer, aunque para eso hace falta obviamente mucho trabajo. Cuando se montó la Facultad de Química tuve que tomar la decisión de separarme del grupo de Lozano Teruel para dedicarme a la biotecnología, y fue un tránsito. Empecé a pensar en qué podíamos centrarnos y, además, teníamos que buscar el interés de la industria, porque si no tienes contratos con empresas que apliquen estos conocimientos, la sociedad no puede beneficiarse de ellos. Puedes hacer dos cosas: que tus trabajos sirvan simplemente para ser citados en bases de datos o devolver a la sociedad lo que ella te ha dado a ti. Eso es muy importante”.

Otras líneas de investigación relevantes

La biocatálisis es otra de las especialidades del grupo de trabajo de Iborra. “La catálisis es una reacción química que incrementa la velocidad de una reacción que se desarrolla en condiciones normales. Con ello se puede obtener más rendimiento y mayor productividad en menos tiempo. No sólo se acelera la reacción, sino que se hace más rentable. La catálisis se produce tanto por los elementos catalíticos que hay en las células como por las propias células. O sea, que puedes usar unas células especializadas para que capten unos sustratos, los transformen y eso dé como resultado unos productos. Por eso aíslas los catalizadores que hacen la transformación, las enzimas, al ser más eficaces. La biocatálisis es la utilización de enzimas y células para realizar procesos de interés industrial».

Entre los ejemplos de aplicación de esta técnica, nuestro experto en biotecnología cita uno especialmente conocido: la carnitina. Popularmente es conocida como un quemagrasas pero, como advierte Iborra, “no es que las queme realmente. Es una molécula que transporta al interior de la célula los ácidos grasos con el fin de quemarlos. Nosotros utilizamos microorganismos, los modificamos genéticamente para que expresen la posibilidad de producir L-carnitina, que tiene otros muchos usos médicos aparte de quemagrasas”.

¿Qué convierte esto en un proceso de biocatálisis? “Es un proceso de biocatálisis porque hemos modificado un organismo genéticamente que está especializado en realizar una transformación rápida. Le damos de comer y nos da lo que nos interesa; en este caso, L-carnitina, pues hay dos tipos de carnitina: la otra es D-carnitina. Antes en la producción química sólo se conseguía el 50% de producción de L-carnitina. Nosotros lo hacemos al 100%”.

Líquidos iónicos para biodiésel

Iborra ha desarrollado otras líneas de investigación relevantes a lo largo de su carrera. Una que sigue dando sus frutos hoy es la centrada en los líquidos iónicos. “Los iones se asocian entre ellos, uno de carga positiva se une a otro de carga negativa, y constituyen sales como el cloruro sódico. Con los líquidos iónicos pasa lo mismo, hay de carga negativa y de carga positiva, pero en su estado natural es líquido. Y además de naturaleza orgánica. En química hay un principio que dice que ‘semejante disuelve a semejante’. Eso quiere decir que una sal sólo disolverá compuestos iónicos. Pero el líquido iónico, al tener compuesto orgánico, también puede disolver o interaccionar con compuestos orgánicos. Eso da pie a producir, por ejemplo, biodiésel por vía enzimática en presencia de líquidos iónicos”. Esta investigación fue muy exitosa a nivel internacional, hasta el punto de que ‘Nature’ recogió la cita de esa publicación en 2011; un reconocimiento que todavía sorprende a sus autores.

Con Santiago Grisolía en Kansas City

A la hora de hablar sobre la docencia, se apresura a destacar un elemento inherente a la profesión que tiene que ver con la percepción que la sociedad suele tener del ejercicio docente. «Me llama la atención que cuando digo en la comunidad de vecinos que soy profesor de Universidad, siempre me preguntan sobre qué hacemos. Esta labor supone un esfuerzo doble, desde la docencia y desde la investigación, y ese esfuerzo se plasma proponiendo líneas de investigación para ser publicadas en revistas con índice de impacto. Eso exige estar al día continuamente. ¿Cómo se mide si un investigador es bueno o malo? Fácil, están los índices de impacto, que indican si tu trabajo es leído poco o mucho».

Una de las cosas por las que Iborra se siente también más satisfecho es por haber tenido la oportunidad de conocer al profesor Santiago Grisolía, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, para posteriormente mantener una estrecha relación con él. “Fui el encargado de atenderle durante su estancia en el Congreso de la Bienal de Física y Química celebrada en Alicante. Me ofreció ir a visitarle a su laboratorio en Kansas City y estuvimos los meses de un verano colaborando en unas investigaciones sobre el recambio proteico. Una gran experiencia vital, sin duda”.

Redacción: Paz Gómez Fotografía: Pablo Almansa Fecha realización: 04 diciembre 2015