Un físico maravillado por el funcionamiento de las partículas en el mundo intermedio entre lo microscópico y lo macroscópico
MIGUEL ORTUÑO ORTÍN CATEDRÁTICO DE FÍSICA APLICADA DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA.
A Miguel Ortuño Ortín (Yecla, 1953) no le costó averiguar que quería ser científico de mayor pero sí que dudó entre dos disciplinas: «Se me daba bien hacer problemas de matemática y de física y tuve profesores muy activos y entusiastas en ambas materias, así que por eso me decidí a estudiar ciencias”. Suerte que tuvo un año extra para pensárselo gracias al modelo educativo de entonces. “El primer curso de la carrera era lo que se llamaba selectivo, valía tanto para los de ingeniería como los de ciencia; de hecho, incluso me planteé ser ingeniero. Al final resultó decisivo que el mejor profesor de la carrera fuera el de física”.
Esa decisión obligó al hoy catedrático de Física Aplicada de la Universidad de Murcia (UMU) a abandonar Yecla. “Hice el selectivo en Murcia y después me trasladé a la Universidad Autónoma de Madrid, que era la que más fama tenía en ese momento a pesar de que era relativamente nueva. Al acabar saqué una plaza como ayudante en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde conocí a Pedro Echenique, exportavoz del gobierno vasco, que acababa de llegar de Cambridge. Él me animó a hacer el doctorado allí y me facilitó todo el proceso”.
Conocer a Hawking en Cambridge
La estancia en esta prestigiosa universidad británica fue fundamental en su desarrollo como investigador: se doctoró y además le permitió conocer a Stephen Hawking. “No formaba parte del departamento en el que trabajaba, porque teníamos dos edificios separados, siendo el suyo el de matemática aplicada y física teórica y el mío, el de física. Pero a veces los fines de semana los dos departamentos nos juntábamos a comer y él se apuntaba de vez en cuando. Hawking aún no tenía sintetizador de voz por entonces, así que no entendía nada de lo que decía. Llevaba siempre un inglés nativo con él que era quien le traducía, pero no podías tener una comunicación directa con él”.
El hecho de haberse cruzado con Hawking le sirvió más adelante para ser el elegido en traducir al español uno de sus libros. “Lo publicó la editorial Crítica, donde mi hermana trabajaba por aquella época, así que el director sabía que había estado en Cambridge. En la Feria de Frankfurt, donde se compran derechos de libros, este era uno de los más solicitados, y le dijo a mi hermana que me preguntara si me parecía interesante. Le respondí que sí, me ofreció hacer la traducción y acepté. Así que fue un pequeño rebote”.
Precisamente en esa etapa nuestro académico empezó a trabajar en el tema de su tesis doctoral, que se acabaría convirtiendo en una de las constantes de su carrera. “Mi tesis, en un sentido amplio, va sobre teoría de la materia condensada, que estudia los materiales y sus propiedades, sobre todo cómo conducen la electricidad. Y siendo más específicos, me intereso por el estudio de los sistemas interactuantes. Los electrones interactúan mucho unos con otros, y por eso es muy difícil de predecir y analizar analíticamente sus propiedades, por lo que se hacen simulaciones numéricas ya que abordar ese problema teóricamente cuesta mucho. Todo esto al final tendrá muchas aplicaciones, pero yo lo analizo estrictamente desde un punto de vista teórico”.
Después del doctorado no se olvidó de que la ciencia es una disciplina internacional. “Me fui a Suecia medio año de posgrado, y luego hice otro en Estados Unidos, en la Universidad de California en Riverside; dos sitios donde se estudiaba a fondo mi especialidad. Cuando todavía estaba en América me presenté a unas oposiciones en España, que se celebraban muy de vez en cuando. Salieron siete plazas y conseguí una de esas siete, como profesor adjunto en la Autónoma de Barcelona. Estuve allí dos años, y más tarde me trasladé a Murcia. Es importante moverse mucho siendo científico. Después de regresar a Murcia, me iba todos los veranos al extranjero un par de meses”.
El final de la Guerra Fría
Entre los logros que más le enorgullecen de toda su carrera destaca especialmente uno que tiene que ver con el final de la Guerra Fría. “En 1985, cuando empezó a haber intercambios con Rusia, este cambio supuso un gran avance porque hasta ese momento los científicos de cada bando sólo publicaban en sus respectivos países, se empezaron a publicar unos volúmenes muy interesantes en los que un científico del Este y otro de Occidente hablaban del mismo tema desde su perspectiva, con el fin de unificar el conocimiento de los dos lados. Publiqué un trabajo en esos volúmenes, junto al catedrático de California Michael Pollak. Y recientemente he escrito sobre ese mismo tema un libro editado por Cambridge University Press. Es un resumen de todo lo que se ha hecho en el campo de los sistemas desordenados interactuantes en los últimos treinta años”.
Otro de sus grandes apuestas a nivel científico desde la física aplicada fue lo que se denomina tiempo túnel. Ortuño detalla que “cuando las partículas pasan cuánticamente por debajo de una barrera o zona prohibida, no se sabe a qué velocidad van porque que no se podía medir. Había varias teorías y cada una hacía una interpretación. Estuve trabajando con un colega armenio durante veinte años y ahora, gracias a unos láseres muy potentes y rápidos, se ha empezado a medir. El grupo experimental más importante en ese ámbito, situado en Zúrich (Suiza), nos ha contactado para que esa teoría la apliquemos al caso que ellos han llevado a cabo; de modo que veremos si les ha funcionado. Si sale todo bien, se podrán estudiar procesos que suceden en millonésimas de millonésimas de segundo. Por ejemplo, podrá verse cómo en las reacciones moleculares, cuando una molécula cambia a otra, tiene lugar ese proceso, o cómo están dispuestos los átomos. Será valiosísimo si se logra dominar la técnica”.
Gestor, corredor y ayudante de un Nobel
Stephen Hawking no es el único científico de renombre con el que sea ha codeado nuestro experto en física a lo largo de su trayectoria científica. “En Cambridge colaboré con dos Premio Nobel de Física, Mott y Josephson. Era el ayudante de este último, él se encargaba de la teoría y yo de los problemas, estaba con él toda la semana. Y hace un par de años hice un artículo con un catedrático de Física de la Universidad de Columbia, en Nueva York, uno de los grandes expertos en el campo de lo mesoscópico, el intermedio entre lo microscópico y lo macroscópico, que precisamente es una de las áreas de investigación a la que me dedico desde el grupo de Meso-Nano Física de la UMU”.
Miguel Ortuño, que se declara corredor y que llegó a formar parte del equipo de atletismo del Barcelona, actualmente también es gestor del Plan Nacional de Física, cargo temporal pero no por ello menos importante, pues “es el plan que financia los proyectos sobre esta especialidad del país. Lo bueno que tiene la gestión es que conoces de primera mano a todos los grupos de investigación de España en tu disciplina y eso siempre es positivo y enriquecedor”.