Columnas
WAIC es acrónimo, en inglés, del Congreso Mundial de Inteligencia Artificial (IA) que ha tenido lugar en Shanghai durante la primera semana de Julio de 2024, y al que junto a los directores del Instituto Fields (Canadá) y Newton (Reino Unido) he sido invitado con el fin añadido de asesorar a las autoridades de esa ciudad acerca de la creación de un Instituto de Investigación Matemática. Centro que consta ya con un magnífico edificio que, curiosamente, será compartido con la compañía Alibaba, la gran empresa de comercio electrónico mundial.
Asistí a varias conferencias y quedé impresionado por los logros chinos y su determinación de liderar el área. En mi ponencia no abordé la contribución de las Matemáticas a la IA, que juzgo inmensa, sino la pregunta recíproca de qué puede la IA aportar a las Matemáticas. Expuse mi convicción de que las ideas rompedoras en Matemáticas continuarán reservadas al ingenio humano, pero que una vez descubiertas la IA obtendrá resultados relevantes combinándolas con los ya conocidos, haciendo superfluo el trabajo de muchos especialistas. Creo que pronto dispondremos de algoritmos capaces de verificar la corrección de una prueba: una gran ayuda para los editores de revistas ante la dificultad de encontrar expertos dispuestos a llevar a cabo ese arduo trabajo. Pero también, como apunté en mi anterior columna en La Verdad, titulada Mozart en Matemáticas, creo que los programas de IA para Ajedrez y Go arrojan luz sobre los casos de precocidad que se dan en Matemáticas y no en otras disciplinas científicas.
China es el gran prodigio económico mundial del siglo XXI, y ha desarrollado un combinado de alta competitividad en sus empresas en un marco capitalista agresivo, con un sistema muy efectivo de servicios públicos. La democracia, tal como la entendemos en occidente, está fuera de los escenarios de su gobierno, pero los altos funcionarios con los que me reuní, y de los que recibí un trato exquisito, me trasmitieron un genuino interés en el progreso de su país, junto a una seguridad en sus objetivos y unos recursos para llevarlos a cabo, difíciles de hallar en el nuestro.
Y luego está Shanghai, con casi 30 millones de habitantes cuyo centro, el Pudong, alrededor del rio Hyang-Pu, un afluente del Yangtsé, tiene tal cantidad de rascacielos que urbes como Nueva York o Chicago parecen pequeñas en comparación. Tengo la impresión de que el Occidente (Europa y Estados Unidos) tiene un problema difícil en sus relaciones con China, pero a juzgar por la pujanza de este gran país en IA pienso que la confrontación no es una estrategia apropiada.