Columnas
Según datos de la FAO, en el año 2050 vivirán en nuestro planeta 9.000 millones de personas. A este crecimiento demográfico hay que añadir los crecientes porcentajes de población en los países emergentes y sus mayores exigencias en condiciones de vida y en productos alimenticios, tanto de superior calidad, como de un mayor contenido en proteínas de origen animal. Esto implica necesariamente aumentar la producción de alimentos en un 70 % en los próximos 40 años. De hecho, países ricos en liquidez, pero escasos en recursos, se están asegurando la alimentación del futuro haciendo un acopio de miles de hectáreas, incluso de regiones enteras, en países pobres. Paralelamente a esta creciente demanda de alimentos, es necesario un aumento de los recursos hídricos de buena calidad, tanto para el sector agrícola, como para el abastecimiento de ciudades e industrias. La cantidad de agua dulce que a través del ciclo hidrológico se renueva cada año, es suficiente para cubrir las necesidades actuales y futuras del planeta. La lluvia media anual en el mundo es de 110.000 Km3 , de los cuales unos 40.000 Km3 se transforman en escorrentía, que sirven para rellenar las reservas de agua superficiales y subterráneas. Del total de este recurso, entre 9.000 y 14.000 Km3 son utilizados anualmente. Estos datos, sin embargo, podrían dar una impresión falsa de que en el futuro no habrá problemas de agua. Cosa menos cierta debido a su desigual distribución, es que en las zonas áridas y semiáridas del mundo, el agua siempre ha sido un recurso limitado, lo que ha conducido a la utilización de aguas no convencionales, tales como aguas residuales debidamente tratadas. En este contexto, la agricultura está llamada a ser el sector estratégico en el futuro para satisfacer la creciente demanda de alimentos por la humanidad. Se abren nuevas posibilidades para esta actividad que ante un incremento de la demanda, ésta sólo puede ser satisfecha apostando fuertemente por la investigación agronómica y aumentando los regadíos. Por ello, el regadío y su eficiencia jugarán un papel fundamental. La mejora integral y la modernización de la superficie regable en el mundo, junto con el desarrollo de estrategias adecuadas para la gestión del suelo, el agua y los cultivos, serán la clave para ganar en competitividad y producir más alimentos de mejor calidad y con menos consumo de agua. Pasar del secano al regadío es uno de los caminos más rápidos para remediar la falta de alimentos en el mundo.