Artículos Académicos
El envenenamiento de Alexander Litvinenko con polonio ha despertado las dudas sobre un elemento químico poco conocido fuera del ámbito de la energía nuclear. El polonio es un elemento químico radioactivo presente en la naturaleza. En 1898, Pierre y Marie Curie lo extrajeron por primera vez de la pechblenda. De los 27 isótopos conocidos de polonio, el polonio 210 es el más estable. Es muy difícil de manejar, pues es un intenso emisor de partículas α. Desde medio miligramo puede ser mortal por radiación. Solamente se puede manejar en ambientes especiales. La ingesta o inhalación de una cantidad excesiva puede tener consecuencias letales. Sus efectos se pueden notar a partir del tercer día, no son inmediatos. Los primeros síntomas son la caída del pelo y molestias gastrointestinales. A continuación fallan el hígado y los riñones y se paraliza el metabolismo y la médula ósea. La muerte será por fallo multiorgánico. Si una persona está irradiada desde dentro, no hay nada que hacer. Si la contaminación es externa, se elimina mediante duchas con agua y jabón y con productos que lo “secuestran”. Hay dos aspectos de este elemento químico que, sin ánimo de alarmar, deberían ser conocidos por la opinión pública. Afectan a la seguridad de los edificios y a los fumadores. Los materiales de construcción de los edificios, y el propio subsuelo sobre el que se construyen, pueden contener cantidades pequeñas, pero ocasionalmente no despreciables, de uranio. En la desintegración radiactiva de este elemento se produce radón, gas radiactivo que es un intenso emisor de partículas α. La inhalación de radón no debería tener problemas importantes, pues al tratarse de un gas se expulsaría por exhalación. Sin embargo, su producto de desintegración es el polonio sólido, que, una vez introducido en los pulmones, se convierte en un foco radiactivo de las perniciosas partículas α. Por ello es muy importante que los edificios, y especialmente los sótanos, gocen de una buena ventilación que pueda arrastrar cualquier vestigio de gas radón. Los fosfatos, muy utilizados como fertilizantes en las plantaciones de tabaco, suelen contener uranio. En consecuencia, el tabaco es portador de pequeñas cantidades de uranio, que, como se ha indicado anteriormente, se desintegrará de forma natural produciendo radón y polonio. Aunque es un área de actual y activa investigación, se puede afirmar que es el polonio uno de los más activos responsables del cáncer de pulmón.