De repente, surge ante nosotros un número extraño, casi mágico: 3,16 decímetros (dm), es decir, 31,6 centímetros. Es como si alguien hubiera decidido jugar con nuestra mente, escondiendo un enigma matemático justo bajo nuestros pies, en algo tan cotidiano y aparentemente anodino como las baldosas del suelo.