Artículos Académicos

null Los ojos de Helmholtz

Hermann von Helmholtz fue uno de los grandes sabios del siglo XIX. Nacido en Postdam (Alemania), representa un tipo de científico, ya extinto, que estudió con enorme éxito numerosas áreas del conocimiento. Desde la fisiología a la termodinámica, de la óptica a la filosofía o del electromagnetismo a la percepción. Muchas de sus contribuciones están hoy todavía completamente vigentes. En mi campo de investigación, es un referente por sus trabajos en las teorías de la visión y la óptica del ojo, recogidos en su famoso tratado en tres volúmenes sobre óptica fisiológica. A pesar de estar publicado en 1867, todavía recomiendo a mis estudiantes de doctorado que lo exploren para saber que decía Helmholtz sobre un problema antes de lanzarse a realizar un nuevo experimento. Inventó el oftalmoscopio, un instrumento para ver la retina a través del ojo, que sigue siendo fundamental para los oftalmólogos. Y como utilizó sus propios ojos en muchos experimentos, conocía con detalle que su calidad óptica no era tan alta como la de las lentes artificiales. Este hecho lo dejo dicho de manera tajante en una frase que se ha repetido desde entonces a menudo: “No es exagerado decir que si un óptico quisiera venderme un instrumento que tuviera tantos defectos como los del ojo, estaría justificado que le reprendiera su falta de cuidado de la forma más enérgica y se lo devolviera». Puede dar la sensación de que Helmholtz estaba decepcionado con la pobreza técnica de las lentes de nuestros ojos, la cornea y el cristalino, y esto ha sorprendido a muchos estudiosos desde entonces. Con buen criterio pensaban que nuestra visión es excepcional debido a que el ojo forma imágenes en la retina con una calidad suficiente. Es decir, que nuestro ojo está adaptado a los requerimientos del sistema visual. El propio Helmholtz compartía esta idea, pues a reglón seguido de su famosa frase añadía: ”Por supuesto, no haría esto con mis ojos (devolverlos), que espero mantener el mayor tiempo posible con todos los defectos que puedan tener. Y aunque soy crítico desde el punto de vista óptico, ya que todas esas imperfecciones serían extremadamente problemáticas en las imágenes fotográficas de una cámara, debo admitir que no lo son en el ojo”. Como moraleja de esta historia, les recomiendo que sean curiosos y no se conformen con lo extractos parciales de información que se transmiten. Cuando sea posible, vayan a las fuentes originales y póngalas en contexto.