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Es seguro que quienes se hayan dedicado a la docencia en temáticas que conllevan ejercicios numéricos habrán recibido quejas cuando han dado a conocer los resultados de las evaluaciones. El olvido de las unidades en la expresión de los resultados, el simple planteamiento del ejercicio sin resolución completa o el error en el cálculo matemático suelen ser argumentos esgrimidos por los que aspiran a mejor puntuación, aduciendo en su defensa que se trata tan sólo de descuidos sin importancia. Pero no es así. Quien trata de aprender una materia de esta naturaleza ha de entender que ambos aspectos, unidades y expresión numérica, son esenciales. Un ejercicio numérico solo está bien si los incluye. La Historia proporciona numerosos ejemplos de las fatales consecuencias derivadas de errores de este tipo. Así por ejemplo ocurrió con la sonda Mars Climate Orbiter lanzada en 1998 por la agencia norteamericana NASA para el estudio del planeta Marte. La sonda se estrelló en la superficie del planeta rojo en septiembre de 1999. El increíble error protagonizado por la prestigiosa agencia, que llevó a la pérdida de muchos millones de dólares, estuvo en las unidades. El control desde la Tierra empleaba el sistema métrico decimal mientras que los dispositivos en la sonda interpretaban los datos en unidades del sistema anglosajón.
En otras ocasiones ha sido el error en la medida de la concentración de una especie química o en la preparación de una disolución lo que ha tenido fatales consecuencias. Sirva como ejemplo el desgraciado caso ocurrido en 1930 en el Orfanato Provincial de Granada. En febrero de ese año, 16 niños internos en la institución fueron tratados con una sal de talio para combatir la tiña. Dos días después murió el primero y uno tras otro fallecieron hasta un total de 14. La investigación judicial concluyó que los niños habían recibido una cantidad de talio diez veces superior a la que se había prescrito. Esto es, una coma cambiada de posición en el valor numérico usado para la preparación.
Desde luego los dos ejemplos indicados son casos extremos en actuaciones reales muy diferentes de las propias del examen de un alumno. Pero hay que decir que quien recibe formación para ejercer después tareas de responsabilidad tiene que entrenarse para evitar fallos como si se encontrase en el mundo real. Recuérdese que en el juego de Ender el protagonista gana la batalla crucial cuando creía que estaba entrenando.
A veces los errores tienen un precio muy elevado.