Artículos Académicos
Recientemente (9-6-08) la Universidad escocesa de Aberdeen ha concedido el Doctorado Honoris Causa en Humanidades al cocinero español Ferran Adrià comparándolo con otros españoles como Miró, Picasso, Dalí o Buñuel. La ceremonia de investidura tendrá lugar el 1 de julio. Este reconocimiento académico viene a unirse a otras noticias sobre nuestra cocina. Así, el 21 de abril se dio a conocer, por la revista británica Restaurant, la Lista de San Pellegrino de los cincuenta mejores restaurantes del mundo, donde aparecen siete cocineros españoles, tres de ellos en el top10. En el octavo puesto Juan Maria Arzak, en el cuarto Andoni Luis Aduriz y como número uno, por tercer año consecutivo, Ferran Adrià. La valoración de este hecho, en palabra de Adrià, ha sido un triunfo total para la cocina española y, con respecto a su puesto, es como si a un director le dan tres óscar seguidos. El 22 de febrero, la Academia Internacional de Gastronomía, con sede en Francia y formada por treinta países, aceptaba el termino “Cocina tecnoemocional” para definir la cocina actual y su proyección futura. Este término fue propuesto el 11 de febrero de 2006 por el periodista gastronómico Pao Anrenós para definir el movimiento culinario mundial de la última década, cuyos principales representantes son Ferran y Albert Adrià. Su objetivo es crear emoción en el comensal y para ello se vale de la técnica y la tecnología prestando atención a los cinco sentidos y no solo al gusto y al olfato. Estos datos permiten afirmar que nuestra cocina es, si duda, la actividad económica mejor posicionada en el mundo; dato importante para nuestra potente industria turística. Al margen de la genialidad de algunos de nuestros más destacados cocineros, un análisis general de la evolución de nuestra cocina nos debe llevar a la conclusión de que todo esto ha sido posible gracias a la innovación que han conseguido introducir en estos últimos diez años. Innovación que podemos clasificar en el nivel de ruptura, entendiendo por tal aquella innovación que genera nuevos productos y tecnologías, creando una verdadera brecha competitiva con un fuerte impacto en el mercado. Sirva, pues, nuestra cocina como espejo en el que las diferentes actividades económicas de nuestro país se deben mirar para introducir la innovación como motor de desarrollo y supervivencia en una economía abierta.