Columnas
Con motivo de la Semana de la Ciencia se celebró en el CEBAS una mesa redonda sobre «Alimentos del futuro». ¿Transformación genética o Mejora clásica?. El debate fue de gran altura como correspondía a la categoría científica de los ponentes, inclinándose la balanza de parte de los biotecnólogos..
Se llegó a un consenso generalizado sobre la necesidad de que ambas tecnologías caminen conjuntamente y que en el futuro habrá que poner todos los esfuerzos tecnológicos al servicio de la alimentación ante la creciente demanda de alimentos.
La solución a este problema podría venir de las «estrellas», ya que el gobierno chino pretende obtener «mutantes del espacio» mediante el envío de «satélites granero» con semillas de arroz y trigo para que sufran mutaciones y obtener nuevas variedades de semillas
Poniendo los pies en la tierra y volviendo a nuestro debate, quedó patente que la biotecnología es una nueva «revolución tecnológica», que ya son muchos los alimentos transgénicos comercializados y que no van a solucionar el problema del hambre en el mundo.
Se debatió sobre la actitud de la sociedad ante estos alimentos y como expuso muy acertadamente un compañero de esta Academia, las preocupaciones se dirigen a la necesidad y seguridad o inocuidad de los alimentos modificados genéticamente.
En el coloquio se abordó un aspecto por lo general olvidado y que está también muy relacionado con el consumidor. ¿Tienen o tendrán los alimentos la misma calidad que el no transgénico del que proceden. Es evidente que esta no se verá afectada cuando la modificación no altere atributos sensoriales, como en el caso de la soja y maíz resistentes a herbicidas e insectos.
La calidad de un fruto depende de los cambios que experimentan estas características organolépticas durante la maduración y este evento está programado por la expresión de genes específicos y su estimulación está regulada por ciertas hormonas, que como en el caso de los frutos climatéricos es el etileno
Recientemente se ha comprobado que en algunos frutos transgénicos, ante la sensible pérdida de calidad, era necesario inducir, mediante tratamientos externos, el fenotipo de maduración del fruto convencional.
Es evidente que la biotecnología moderna ha abierto nuevas posibilidades para la obtención y elaboración de alimentos, pero su utilización debe hacerse teniendo en cuenta que el destino final de sus logros es el consumidor y que no aceptará aquellos cuya calidad no satisfaga sus exigencias.