Artículos Académicos

null Inducción Electromagnética

La Inducción Electromagnética (IE) consiste en la generación de un campo eléctrico (voltaje, corriente) allá donde provoquemos un campo magnético variable con el tiempo. Un sencillo experimento: Cójase un imán y acérquese a una espira metálica (o alambre arrollado con varias vueltas) y se generará una diferencia de potencial entre los extremos del alambre. Por supuesto, se precisará de un medidor apropiado (voltímetro o amperímetro) para detectar la señal eléctrica. Es la forma más sencilla y directa de generar electricidad. Este fenómeno, la Inducción IE, vio la luz hace ahora unos 175 años de la mano del que ha sido considerado el mejor científico experimental de todos los tiempos: Michael Faraday (1791-1867), cuyas diversas contribuciones a la Física y a la Química han merecido la atención de otro colega en estas misma sección de la “Columna de la Academia”. La corriente eléctrica generada depende, básicamente, de la rapidez con que se acerque o aleje el imán a la espira (o la espira al imán) y su polaridad depende de si se acercan o se alejan. En esencia la IE abrió paso a la conversión de energía mecánica (de movimiento) en eléctrica, fundamento de las dinamos y de diversos generadores eléctricos (que pueden encontrarse en centrales hidroeléctricas o en una bicicleta). Para construir un generador basta con situar una espira (mejor un conjunto de ellas) en el seno de un imán y hacerla girar. La espira es enlazada entonces por un flujo magnético variable con el tiempo que provoca, por inducción, la aparición en ella de una fuerza electromotriz. El proceso contrario (conversión de energía eléctrica en mecánica) es también posible y es el que tiene lugar en los motores eléctricos. Generadores y motores fueron el pilar de la revolución industrial. Entre las aplicaciones de interés industrial de la IE están las ya citadas de generadores y motores, las autoinducciones y transformadores, el calentamiento por inducción, soldadura, frenado magnético, etc. También se usa en aplicaciones como la estimulación y mapeado de la actividad cerebral. Aunque el valor más importante de la IE está en su contenido conceptual resultando imprescindible para interpretar, por ejemplo, la propagación de ondas electromagnéticas (luz, microondas, señales de Radio y TV, rayos X, etc.) La IE constituye una de las cuatro leyes fundamentales del Electromagnetismo, a las que dio forma Maxwell, padre del Electromagnetismo, allá por 1865.