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«In vino veritas, in aqua sanitas» (En el vino está la verdad, en el agua la salud) es una manida frase que se atribuye a Gayo Plinio Segundo, más conocido como Plinio el Viejo, quien fuera escritor, científico, naturalista y militar romano, entre los años 23 y 79 de nuestra era. En realidad, la primera parte, «In vino veritas», por pura conveniencia, es la más recordada y repetida. Y en esto del vino Louis Pasteur afirmaba que «Hay más filosofía y sabiduría en una botella de vino que en todos los libros» y Sir Alexander Fleming que «Si bien la penicilina cura a los hombres, el vino los hace felices». No signifique este preámbulo que pretendo hacer una loa del morapio, sino hablar de Ciencia.

Uno de mis autores de cabecera es el Nobel Richard P. Feynman. Sus “The Feynman Lectures on Physics”, publicadas originalmente en 1963, fueron descritas por un crítico de Scientific American como “duras, pero nutritivas y llenas de sabor, y guía para profesores y para los mejores estudiantes principiantes.”

En el Cap. 3 del Vol. I, “La relación de la Física con otras ciencias”, la Sección 3–7. ¿Cómo llegó a ser así? la remata con el siguiente párrafo: «Un poeta dijo una vez: “Todo el universo está en una copa de vino”. Probablemente nunca sabremos en qué sentido quiso decir eso, porque los poetas no escriben para ser entendidos. Pero es cierto que si miramos una copa de vino lo suficientemente de cerca, vemos el universo entero. Están las cosas de la física: el líquido retorcido que se evapora dependiendo del viento y el clima, los reflejos en el vidrio y nuestra imaginación agrega los átomos. El vaso es una destilación de las rocas de la tierra y en su composición vemos los secretos de la edad del universo y la evolución de las estrellas. ¿Qué extraña variedad de elementos químicos hay en el vino? ¿Cómo se crearon? Están los fermentos, las enzimas, los sustratos y los productos. Ahí en el vino se encuentra la gran generalización: toda la vida es fermentación. Nadie puede descubrir la química del vino sin descubrir, como hizo Louis Pasteur, la causa de muchas enfermedades. ¡Qué vívido es el clarete, presionando su existencia en la conciencia que lo observa! Si nuestras pequeñas mentes, por alguna conveniencia, dividen esta copa de vino, este universo, en partes -física, biología, geología, astronomía, psicología, etc.- ¡recuerden que la naturaleza no lo sabe! Así que pongámoslo todo junto, sin olvidar en última instancia para qué sirve el vino y démonos un último placer más: ¡beberlo y olvidarlo todo!»