Columnas
Mi primera idea cuando me puse a redactar la presente columna fue dedicársela a Marshall Harvey Stone (1903-1989), por cumplirse hoy, 8 de abril, el aniversario de su nacimiento. M.H. Stone es conocido por el teorema de Stone-Weierstrass sobre la aproximación de las funciones continuas por medio de polinomios, lo que ha sido de extraordinaria utilidad en las ciencias experimentales. Pero estando en plena redacción se hizo público el Premio Abel 2006, otorgado por la Academia Noruega de Ciencias y Letras, que está considerado como el “Premio Nobel de las Matemáticas”. De modo que no me quedó otra opción que rehacer la columna. El galardonado ha sido el profesor sueco Lennart Carleson, que obtuvo el galardón por sus profundas y determinantes aportaciones al análisis armónico y a la teoría de los sistemas dinámicos continuos. Las pocas líneas de esta columna no me permiten explicar el alcance e importancia de los logros alcanzados por Carleson, de modo que ni lo intentaré. Baste un apunte para apreciar la calidad y profundidad de su investigación matemática. En 1807, el matemático francés Jean Baptiste Joseph Fourier (1768-1830) presentó una memoria ante los miembros de la Academia de Ciencias en la que afirmaba que toda onda periódica puede descomponerse como suma infinita de senos y cosenos. La demostración de esta afirmación hubo de esperar 150 años, hasta que Carleson, en 1966, probó que “toda función continua es igual a la suma de sus series de Fourier, casi en todas partes”. Pero hay otro aspecto de esta edición que me gustaría mencionar. La Academia resaltó que el impacto de las ideas y acciones de Carleson no se limita a sus trabajos matemáticos, porque Carleson también ha desempeñado un papel muy importante en la divulgación de esta ciencia. Y ésta es la palabra clave: divulgación. Las Matemáticas son una parte fundamental de nuestra sociedad y de nuestra vida diaria. El desarrollo económico, científico y tecnológico de un país sería imposible sin las Matemáticas. Sin embargo, existe un claro divorcio entre la sociedad y la comunidad matemática, hasta el punto que la Sociedad desconoce completamente, o casi, el trabajo de los matemáticos. Por ello, una de las labores prioritarias a desarrollar por los propios matemáticos debe ser la popularización y divulgación de las Matemáticas, con el objetivo de mejorar la cultura científica de nuestra Sociedad y propiciar un cambio positivo en la imagen de las Matemáticas.