Artículos Académicos
Está probada la capacidad de la ciencia y la tecnología para promover el desarrollo económico. No faltan ejemplos de que una visión a largo plazo ha elevado el nivel de vida en algunos países. No es tampoco ningún secreto que las esperanzas de los países emergentes pasan por un posicionamiento en estas materias. Pero esto, aunque cierto, oculta tremendas paradojas, como el ejemplo al que me refería en esta misma columna hace algunos meses. ¿Hasta que punto es moralmente ético que Suráfrica, un país con bolsas enormes de pobreza, dedique cientos de millones a construir un nuevo telescopio? Otro argumento conocido en las áreas de investigación biomédica es que las inversiones son mucho mayores cuando se espera generar mayores dividendos económicos. Frente a eso, enfermedades endémicas en muchas partes del mundo reciben mucha menor atención y dinero. Pero aparte de estos aspectos negativos, los avances científicos van alcanzando con el tiempo a más personas y las nuevas tecnologías permiten aplicar tratamientos sofisticados en lugares remotos. Hoy disponemos de más capacidad de cálculo en un teléfono que hace algunos años en un gran superordenador. Y esto si que puede marcar diferencias. Hace unas semanas he visitado en la India un centro de oftalmología, que además de haber tratado a 15 millones de pacientes en los últimos años, desarrolla programas de investigación para adaptar tecnologías al entorno. En un país con 700 millones de pobres, estas iniciativas son un rayo de esperanza. Entre muchos proyectos de impacto directo, han desarrollado un sistema portátil para detectar enfermedades en la retina de bebes que tiene un coste de unos cientos de euros, frente a las decenas de miles de euros que cuestan los que existen en nuestros hospitales. En muchas áreas de la medicina es posible adaptar sistemas muy costosos, ahora sólo al alcance de los más privilegiados, a versiones muy asequibles pero igualmente efectivas. ¿Por qué no se avanza más en esta dirección? Una respuesta obvia es que los márgenes económicos son mayores cuando alguien paga por un instrumento, o por un tratamiento, elevadas sumas. Una vía es el uso de recursos de fundaciones filantrópicas, pero la más adecuada es tender a la viabilidad económica sostenible de quienes desarrollen estas tecnologías que beneficiarán directamente a millones de personas. Sin embargo, siempre parece que hay alguien dispuesto a pagar cientos de millones por una compañía que ha desarrollado un videojuego, y nadie a invertir unos pocos en otra que tiene un sistema para salvar millones de vidas.