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Desde hace unos años asistimos a la era del Big Data. El término Big Data define la capacidad de asumir, examinar, procesar y aportar información tras analizar una cantidad ingente de datos. Es un concepto que sobrepasa la capacidad de grandes aplicaciones informáticas que venimos utilizando en el procesamiento de datos. Esas herramientas se han quedado limitadas y son insuficientes para conseguir el objetivo que plantea la nueva era. Las tecnologías basadas en Big Data ya han comenzado la revolución de forma muy notable en muchas de nuestras actividades profesionales y también en nuestra vida cotidiana.
¿Cómo afectará el Big Data a la medicina? No hay duda que la aplicación de Big Data tiene un inmejorable campo de aplicación en el mundo de la salud. En la medicina de nuestros días es ya una realidad la necesidad de integrar multitud de datos epidemiológicos, clínicos, de laboratorio, estudios genómicos, de respuesta a diferentes fármacos, etc. La “genómica personalizada”, que pronto se generalizará ya que puede ayudar a predecir la aparición de determinadas enfermedades y la elección de tratamientos más apropiados, requerirá la combinación y análisis de ingentes cantidades de datos clínicos y moleculares. El estudio de esos datos obtenidos en cientos de miles de individuos, aportarán un importante conocimiento en aspectos preventivos, diagnósticos, clínicos, terapéuticos y pronósticos de las enfermedades. Ya contamos con algunos ejemplos, que sin duda son incipientes para lo que se espera que aporte Big Data. En el hospital Mount Sinai de Nueva York estudiaron la información genética de 600.000 individuos sanos. Encontraron 13 personas con mutaciones que deberían haberles causado enfermedades congénitas, sin embargo esas personas está sanas y no han sufrido ninguna enfermedad. Otro claro ejemplo es el del analgésico Vioxx, que tras integrar el análisis de más de un millón de pacientes que tomaban ese fármaco se pudo encontrar el efecto nocivo cardiovascular que podía ocasionar. Si planteamos la integración de los datos de la multitud de dispositivos ya disponibles que almacenan y recopilan datos biométricos a lo largo del tiempo, como oxígeno, glucemia, pulso, calorías, etc y los combinamos con otros clínico-biológicos, las posibilidades de generar conocimiento que impacte en salud serán elevadas.
En enero de 2017 se inició el proyecto Harmony, dotado de cuarenta millones de euros, liderado por dos hematólogos españoles y donde participan siete multinacionales farmacéuticas y 65 organizaciones internacionales. Su objetivo es incorporar datos clínicos, biológicos y genómicos de miles de casos de pacientes diagnosticados de leucemia, mieloma o linfoma, para conseguir una información que seguramente será de enorme utilidad clínica. La era Big Data se encuentra en sus inicios, tiene numerosos retos por resolver, pero ya ha iniciado su camino.