Columnas
Por Ernesto Martín Rodríguez, académico numerario
Aristarco de Samos (310-230 aC) fue el primero, que tengamos constancia, que llegó a postular un sistema heliocéntrico como el que Copérnico (1473-1543) propuso y hoy admitimos.
Su observación más importante fue, probablemente, la que le condujo a poder medir la relación de distancias Tierra-Luna a Tierra-Sol. Para ello postuló que cuando la Luna se ve justo medio iluminada, en Cuarto Creciente por ejemplo, el ángulo Tierra-Luna-Sol es recto. Midiendo el ángulo Luna-Tierra-Sol pudo determinar, con escasos recursos matemáticos y de cálculo, la relación buscada. La situación de Luna medio iluminada (viéndose al mismo tiempo el Sol) se da con frecuencia y animamos al lector a intentar reproducir los pasos de Aristarco. Él llegó a que la distancia Sol-Tierra era unas 20 veces mayor que la distancia Luna-Tierra. El valor real es del orden de 400 y es un buen ejercicio analizar de dónde proviene tamaño error, aunque la precisión no es relevante a nuestros efectos. También es importante destacar que Aristarco tuvo ya que suponer que vemos a la Luna por la luz que refleja del Sol.
Otras observaciones determinantes para seguir el razonamiento que condujo a Aristarco a su modelo heliocéntrico fueron, brevemente, las siguientes. En un eclipse de Sol, el disco lunar tapa casi exactamente al disco solar (de aquí dedujo que la relación de diámetros Sol-Luna es también del orden de 20). Además, partiendo de la observación de la sombra dejada por la Tierra sobre la Luna en un eclipse de Luna, dedujo que el radio de la Tierra es unas dos veces y media mayor que el de la Luna. Todo lo anterior le condujo al conocimiento de que el Sol tenía una masa muy grande (unas trescientas veces superior a la de la Tierra). De esta forma postuló que el Sol, el cuerpo mayor, era el centro inmóvil de nuestro sistema y los planetas giraban en torno a él.
¿Por qué Aristarco? Lo que hemos presentado constituye un magnífico ejemplo del uso de la observación, la imaginación y la lógica deductiva, utilizando la mejor “tecnología”: nuestros sentidos y nuestro cerebro. Además, sabemos que la teoría heliocéntrica sólo fue retomada cerca de 20 siglos más tarde, por las dificultades de todo orden -especialmente religiosas- que bien conocemos. La Historia y la Naturaleza en sí tienen mucho que enseñarnos. Volvamos nuestra mirada hacia ellas.